viernes, 29 de agosto de 2014

Guía del Teórico 3 (Unidad 1)



Esquema de la clase.
  1. Cultura popular. Gramsci, Hoggart, Hall.
  2. Circularidad cultural. Bajtin

1.   Cultura popular

Algunos ejes para pensar la cultura popular desde el aporte de Gramsci, Hall y Hoggart:

La cultura popular vista desde una perspectiva materialista que incorpora al análisis la dimensión del conflicto: Interacción conflictiva entre la cultura y lo hegemónico; reciprocidad dialéctica entre ambas instancias; conflicto al interior de la propia cultura popular. Disputas que se manifiestan en dos planos: entre la cultura y lo hegemónico, por imponer otras concepciones del mundo y la vida, y al interior de la propia cultura, por dar cuenta de las relaciones desiguales y a su vez, de los elementos autónomos que posee.
La cultura popular como interacción recíproca con lo hegemónico: Ida y vuelta dialéctico. En este sentido, no todo lo que realiza la hegemonía es dominar y no todo lo subalterno resiste. Idea de circularidad. Observar lo popular en términos relacionales (aunque no sólo como posición). No pensar a las instancias como externas entre sí sino como producto de esas interacciones recíprocas.
Lo popular como mezcla/productividad: Lo popular conlleva elementos de lo hegemónico y lo hegemónico, elementos de lo popular. Aportes de Gramsci y Hoggart: Interacción recíproca. La cultura popular no sólo reproduce sino que también produce. Autonomía “relativa” de la cultura popular. Lo hegemónico no sólo domina y lo popular no sólo resiste. A su vez, interacción/ imbricación con lo masivo.
La cultura popular no se define por su origen ni por esencias o sustancias (es por ello que Gramsci revisa críticamente el folklore) sino por los usos, apropiaciones y significaciones que realiza de algunos elementos de la cultura (hegemónica, masiva o de la propia cultura popular).

Lo popular puede definirse como plantea Néstor García Canclini:

1-    Apropiación desigual de la cultura
2-    Elaboración de formas culturales propias
3-    Interacciones conflictivas entre cultura popular y sectores dominantes
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Antonio Gramsci (1891-1937):
Estudioso de varias disciplinas como filosofía, teatro. Nace en el seno de una familia con problemas económicos (padre encarcelado). Padece una enfermedad que dificulta su crecimiento. Es encarcelado en 1927, acusado por el fascismo de conspiración. Muere en 1937. Si bien comienza militando en el Partido Socialista, se distancia de él por criticar su reformismo. Forma parte de los Consejos de Fábrica, participa en las huelgas de 1920/1921. Funda L’Ordine Nuovo, revista obrera, donde intenta articular un lenguaje que llegue a los sectores populares. En 1921, funda el Partido Comunista Italiano (PCI).
Pregunta de Gramsci: ¿Por qué cuando estaban dadas las condiciones para que en Europa se gestara un proceso revolucionario, surgen el fascismo y nazismo? Es decir, ¿Por qué fracasaron los proyectos revolucionarios impulsados en Europa Occidental? Para Gramsci, el fascismo no es sólo la expresión de la clase dominante sino el producto del entrelazamiento complejo de actores sociales: en el caso italiano, burguesía urbana y agraria, alta burguesía, proletariado del norte y campesinos del sur.
Filosofía de la Praxis: Necesidad de articular de manera orgánica la reflexión con la acción cotidiana. De ahí, la preocupación del intelectual italiano por generar ámbitos de educación popular: creando organismos contraculturales como la Asociación de Cultura Socialista, el Club de vida Moral y el Grupo de Educación Comunista entre 1917 y 1919.
Gramsci piensa la revolución como transformación integral de la vida cotidiana donde la praxis pedagógica se cultiva a diario y tiene como principales protagonistas a los sectores subalternos que libran una guerra de trincheras en diversos ámbitos. Esta disputa no sólo se da en el vínculo maestro-estudiante sino sobre todo a través de una batalla intelectual y moral que requiere un proyecto de alternativa civilizatoria. Vínculo entre saber y sentir para constituir un sujeto contrahegemónico.
Por lo tanto, la filosofía de la praxis es tanto crítica como una política cultural. Crítica y superadora de las formas convencionales de pensamiento e ideología dominante. Estrategia político-cultural de los sectores sociales subordinados.

Literatura y Vida Nacional
Fragmentos de escritos en la cárcel posteriores a 1931 (Cuadernos de la Cárcel) y la segunda parte, crónicas y escritos teatrales de 1919-1920 en el periódico “Avanti” de Turín. Los Cuadernos de la Cárcel son una reflexión desde una doble derrota (la sufrida a manos del fascismo pero también la que involucra a la tragedia del estalinismo).

Algunas nociones sobre cultura, cultura popular, folklore
La cultura popular definida no en términos de origen o esencia, sino en relación a los usos, resignificaciones y apropiaciones. Mezcla. Interacción dialéctica con lo hegemónico. Lo popular como conflicto.

Definición de cultura
Gramsci ve la cultura como un espacio de conflicto político en el cual las clases dirimen su intento de ser hegemónicas.
Hace énfasis en la organización de la cultura. Esto es, una organización material e institucional encaminada a "mantener, defender y desarrollar el “frente” teórico e ideológico" de la sociedad.
Gramsci aplicará esta visión de la cultura, resumida aquí en sus componentes básicos, principalmente, a partir de una discusión sobre la ausencia, en Italia, de una cultura nacional popular. ¿Cómo la define? La difusión en la sociedad italiana de una nueva hegemonía; de una nueva concepción (laica) del mundo, capaz de extenderse "hasta en los estratos más rústicos e incultos". O sea, la formación de esa cultura nacional popular tiene que ver con el surgimiento de una nueva concepción del mundo (un "moderno humanismo" dirá Gramsci), con la aparición de nuevas capas de intelectuales, ligados orgánicamente a los sectores mayoritarios de la nación (sectores populares), con la difusión de esa concepción a lo ancho de la sociedad (bajo la forma de una nueva filosofía, de un nuevo periodismo, de una nueva literatura, etc.); con la superación (conflictiva) de la cultura católica (o su nacionalización), y con el desarrollo de toda una nueva organización de esa cultura nacional‑popular.
Intelectual orgánico (diferencia con la noción de intelectual comprometido en Sartre, y definición de intelectual desde el caso de Zola en Bourdieu).

Implicancias del concepto de hegemonía en Gramsci

Proceso de dirección político e ideológico en el que una clase o sector logra una apropiación diferencial de las instancias de poder en alianza con otras clases, admitiendo espacios donde los grupos subalternos desarrollan prácticas independientes y no siempre “funcionales” para la reproducción del sistema.
De esta manera, las acciones hegemónicas son eficaces en la medida en que atiendan a las clases populares. Asimismo, los bienes y mensajes hegemónicos intercambian e interactúan con los códigos perceptivos y hábitus cotidianos de las clases populares.
Entiende el poder como un complejo y dinámico campo de fuerzas simbólico-material que se tiene que modificar en cada una de las trincheras propias y ajenas que uno habita o disputa a diario (es siempre un proceso).

Cultura popular
Gramsci concibe la cultura popular como un uso y no como un origen; como un hecho y no como una esencia; como posición relacional y no como sustancia.
Es decir, el valor de lo popular no reside en su autenticidad o su belleza, sino en su representatividad sociocultural, en su capacidad de materializar y de expresar el modo de vivir y pensar de las clases subalternas, las maneras como sobreviven y las estratagemas a través de las cuales filtran, reorganizan lo que viene de la cultura hegemónica, y lo integran y funden con lo que viene de su memoria histórica.

“Observaciones sobre el folklore”
El concepto gramsciano de folklore se equipara al de cultura popular en el sentido fuerte, es decir, como "concepción del mundo y de la vida", que se halla "en contraposición (esencialmente implícita, mecánica, objetiva) a las concepciones del mundo oficiales (o en sentido más amplio, a las concepciones de los sectores cultos de la sociedad) surgidos con la evolución histórica".
Definición de folklore:
Representa una concepción del mundo y de la vida no sistemática ni elaborada (fragmentada) ya que el pueblo no puede tener concepciones elaboradas, sistemáticas, políticamente organizadas y centralizadas. Concepciones múltiples, diversas, yuxtapuestas, estratificadas, aglomerados de fragmentos de diversas concepciones del mundo y de la vida. Propuesta: superarlo dialécticamente.
Para el investigador chileno Brunner (“Notas sobre la cultura popular, industria cultural y modernidad”) se define así: Heteróclita asociación de elementos estratificados que rigen la conducta y las creencias de un grupo subalterno, conjunto en que se mezclan elementos provenientes de la religión o la moral oficiales con tradiciones seculares, amoldados por las condiciones de vida cultural del pueblo. Potencialidad política autónoma de las clases populares.
Cita de Gramsci en Literatura y Vida Nacional, p. 128:
“Es necesario estudiarlo como concepción del mundo y de la vida, en gran medida implícita, de determinados estratos (determinados en el tiempo y en el espacio) de la sociedad, en contraposición (también por lo general implícita, mecánica, objetiva) con las concepciones del mundo ‘oficiales’ (o en sentido más amplio, de las partes cultas de las sociedades históricamente determinadas), que se han sucedido en el desarrollo histórico (De ahí la estrecha relación entre folklore y sentido común, que es el folklore filosófico)”

Vínculo de relación estrecha entre folklore y sentido común (folklore filosófico).
Sentido común en Gramsci (El materialismo histórico y la filosofía de B. Crocce, p. 13):
“Una filosofía de la praxis sólo puede presentarse como polémica y crítica, como superación del modo de pensar precedente y del pensamiento concreto existente:
a)    Como crítica del sentido común (si todos son filósofos no será cuestión de introducir una ciencia en la vida individual de todos sino tornar crítica una actividad existente), y
b)    Como crítica de la filosofía de los intelectuales, que en tanto individual puede considerarse como cumbre del sentido común, por lo menos del sentido común de los sectores más cultos y a través de éste, del sentido común popular.”
Si hasta ahora se estudió el folklore como elemento pintoresco o aspecto particular de erudición, es necesario estudiarlo como concepción del mundo y de la vida, en gran medida implícita, de determinados estratos (en el tiempo y en el espacio) de la sociedad en contraposición (implícita) con las concepciones ‘oficiales’ o cultas del mundo, que se han sucedido en el desarrollo histórico.
En el folklore se encuentran supervivencias, documentos mutilados y contaminados de las distintas y sucesivas concepciones del mundo y de la vida que ocurrieron en la historia. (Williams: lo residual/ tradición selectiva).
A ese legado se incorporan nuevos elementos provenientes del pensamiento, la ciencia moderna, la religión.
También existe una moral del pueblo: máximas para la conducta práctica, costumbres ligadas a la superstición, las creencias religiosas. Más fuertes que la moral oficial.
La educación promovida por el Estado está en concurrencia y en contradicción con otras concepciones explícitas e implícitas, sobre todo el folklore.
El folklore está ligado siempre a la cultura de la clase dominante y extrae de ella motivos que entran en relación con tradiciones precedentes/ cruces. Nada más fragmentario y contradictorio que el folklore.
Es más fluctuante y móvil que la lengua, o mejor que aquello que Saussure llama “habla”.
Pueblo: no es una colectividad homogénea de cultura. Numerosas estratificaciones culturales y combinaciones.
Cantos populares
  1. compuestos por el pueblo para el pueblo
  2. compuestos para el pueblo (pero no por el pueblo)
  3. adoptados por el pueblo por acordar con su manera de sentir y pensar.
Pensar ejemplos en la música popular argentina.
Lo que puede encontrarse en los cantos populares es su modo de concebir el mundo y la vida, en contraste con la cultura oficial.

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HOGGART, Richard, La cultura obrera en la sociedad de masas, México, Grijalbo, 1990, primera edición en inglés The Uses of Literacy, 1957. (Puede traducirse como Los usos de la alfabetización, o del acceso a la cultura letrada en un sentido más amplio que la lecto-escritura).
Hijo de familia obrera. En 1964 funda y dirige el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos de Birmingham.
Dice Hoggart en la entrevista que le hace Sarlo en Punto de Vista (a partir de comentar su experiencia como profesor de Literatura Inglesa) sobre The uses of Literacy:

“Me fui convenciendo así de que no puede hablarse de literatura de masas sin hablar de la gente que la consume y el mundo en que ella vive. Por eso la primera mitad de The Uses of Literacy se convirtió, entre otras cosas, en un redescubrimiento de mi propio pasado. De esta forma, comencé a escribir un libro sobre cultura de masas y terminé escribiendo sobre el cambio cultural, la vida obrera. Por eso es un libro heterogéneo, que parece no pertenecer a ninguna parte. Se me aconsejó que no lo publicara, que arruinaría mi carrera como profesor. Lo publiqué pero, a decir verdad, con la duda rodeándolo. El libro sobrevivió y, con una o dos excepciones, los antropólogos y los sociólogos lo recogieron con hospitalidad (…) Passeron piensa que ningún francés hubiera podido escribirlo y cree que es necesario dar batalla sobre lo concreto en las ciencias sociales. En París me encontré un día con Lévi-Strauss quien me dijo: ‘Usted es más antropólogo que yo’. Y creo que si mi vida empezara de nuevo sería antropólogo.”

Contexto en el que se produce el libro (1957): expansión incipiente de los medios masivos (TV emergente). La pregunta por cómo estos medios afectan a la cultura popular.
Formas que perviven en la cultura obrera ante el embate de la Industria Cultural (cultura sin pertenencia de clase). Distinción entre cultura de masas y cultura popular. Y la cultura alta o letrada.
En la primera parte, Hoggart investiga desde dentro, desde la vida cotidiana de la clase obrera inglesa, lo que configura el mundo vivo de la experiencia popular. Un método que combina la encuesta etnográfica con el análisis fenomenológico posibilita trabajar esa experiencia sin caer en el culturalismo, ya que la cultura nunca es algo separado de las condiciones materiales de existencia.
Lugar de la enunciación: primera persona del singular (yo) como parte de la clase obrera. Testimonia y a la vez analiza. Utiliza su propia biografía y su conocimiento desde la experiencia (su familia, su barrio, etc.) como objeto de análisis. Deviene en etnógrafo, antropólogo de su propia clase.
La segunda parte es su mirada como intelectual ex perteneciente a la clase.

Antagonismo entre el mundo de nosotros y el mundo de ellos (los otros)
(Capítulo 3: “Ellos y nosotros”)

Ellos/ nosotros

Cohesión e identidad de grupos sociales construida en oposición a un ellos. Sentimiento hostil.

Mundo de “ellos”: Figura multifacética. Se trata de quienes imparten la ley, representan la autoridad. Mundo de los jefes (privados o funcionarios), mezcla de patrón y señor feudal.
Características del mundo de “nosotros”: Clase obrera. Quienes experimentan la desigualdad de la ley (el policía los vigila, el capataz les genera desconfianza), quienes satirizan la ley, poseen orgullo y amor propio, presentan interés porque los hijos salgan adelante, respetan los libros, poseen un fuerte sentimiento de pertenencia a un grupo aunque sin llegar a tener conciencia de las necesidades de transformar las condiciones de vida de todos gracias a una lucha común, falta de visión o ambición, cosas reales en nosotros: hogar, afecto familiar, amistad, capacidad de divertirse, el dinero no es todo y no vale la pena pasar la vida sudando para ahorrar dinero extra. Vida sexual más abierta en los hombres aunque timidez para hablar. Regla de que si se embarazan se casan o bien, no tienen relaciones. Respeto sobre el estudioso, la educación, los libros. Grupo cerrado (por geografía, distancia, clase). Pensamiento de masas (evita críticas a lo diferentes), habla popular. Trabajo que no aporta mucho. Mujer: se encarga de que las cuentas cierren. Aceptación de que la vida es dura y sin imprevistos. Las acciones valen más que las palabras. El cuidado de los hijos está por encima de prostituirse. Horizonte limitado. Atención puesta en la vida cotidiana (concepción de cultura amplia): ocio, hobbies, tiempo libre.

Ese estilo de vida entremezcla una bipartición del universo social entre "ellos y nosotros", y una fuerte valoración del círculo familiar, con una gran permeabilidad a las relaciones de grupo, especialmente a las de vecindario, un moralismo que mixtura el gusto de lo concreto con un cierto cinismo, una religiosidad elemental y un saber vivir al día, que es capacidad de improvisación y sentido del goce. Hay también, en ese estilo de vida popular, conformismo basado en la desconfianza hacia los cambios, cierto grado de fatalismo que se apoya en la larga experiencia de su destino socioeconómico, y una tendencia a replegarse, a encerrarse en el pequeño círculo cuando las cosas salen mal.
Rastrea en las condiciones de vida, mitos, supersticiones, folklore, rituales cotidianos, la cultura vivida. Demuestra la persistencia de elementos residuales, un marco de referencia o respaldo ante los cambios que los procesos de modernización y urbanización introducen en las viejas tradiciones. No se trata de una continuidad inerte de actitudes o resistencia pasiva, sino de un proceso emergente de sobrevivir al cambio, asimilando las cosas nuevas que parecen más convenientes, persistiendo en el culto hacia algunas de las viejas y descartando el resto.

Límites de esa pertenencia. Grupo nebuloso y poderoso que afecta la vida de “nosotros” de muchas maneras. Sentimiento de desventaja ante la Ley (que se percibe en su contra).
La violencia de las autoridades inglesas tiende a desaparecer en el siglo XX (hegemonía). Actitud de desconfianza o extrañeza (no de miedo) ante un sistema que no controlan ni manejan (ejemplo: judicial).
Cambios generacionales: jóvenes, viejos. Actitudes que se repiten generación tras generación.
Nosotros: pertenencia a un grupo, buenas relaciones con el vecindario, camaradería, cooperación. Este sentido comunitario no es muy consciente: “no llega a ser conciencia de la necesidad de transformar las condiciones de vida de todos en una lucha común”. Más bien: certeza de pertenecer irremediablemente a un grupo, en el que la vida es dura y nos toca la peor parte. Horizonte limitado: ni el dinero ni el poder los hará felices. Hogar, afecto familiar, amistad, capacidad de divertirse.

Actitud ambigua ante aquella minoría que decide formarse/ estudiar. Desconfianza en los libros, dudan del valor de la educación.
Tendencia a preservar el modo de vida y no hacer cambios. La clase obrera se apega a una pauta preestablecida y no deja lugar a lo imprevisto. “Certidumbre de que su modo de vida no cambiará jamás o incluso que no tiene por qué cambiar”
Para ser parte del grupo hay que actuar como los demás y evitar las críticas por ser diferente. “La sanción, la reprobación o el ridículo son el resultado inmediato de la trasgresión a la norma”.

Minorías ilustradas o conscientes dentro de la clase obrera: intelectuales orgánicos (preocupación semejante a la de Gramsci por los intelectuales orgánicos). Los diferencia de la minoría militante (sindical, política).
Hipótesis de Hoggart: a mejor pasar económico, mayor deterioro cultural. Asimilación a la cultura masiva: “Nadie podría negar que la clase obrera tiene hoy mejores condiciones de vida, mejores servicios de salud, mayor acceso a bienes de consumo, mejores oportunidades educativas. Lo que he querido ilustrar es que los cambios culturales que se han dado han significado un deterioro”.
Hoggart relativiza la influencia de los medios en la cultura popular y sus tradiciones, al observar no sólo lo que se alteró por la expansión de la Industria Cultural (IC) sino también lo que no cambia, o cambia muy poco (hábitos, valores, pasatiempos, instituciones...). Las innovaciones de los Medios Masivos de Comunicación se atenúan o eliminan por las exigencias de la vida doméstica. La cultura tradicional de la clase obrera inglesa demuestra el poder de resistencia que ha caracterizado a la clase obrera desde el principio de la era industrial. “Han sido capaces de pasar de un modo de vida rural al urbano sin convertirse en un lumpenproletariado amorfo”.
Crecimiento desmedido del mercado ligado a la diversión. Consumos culturales (incitación al consumo de los productores). Análisis de la prensa masiva y la lectura de ediciones populares.
Efecto de la cultura masiva: uniformización, anonimato. Regresión cultural mayor que el analfabetismo.

Se observa así un doble movimiento: si bien la Industria Cultural produce numerosas publicaciones y en términos de influencia, Hoggart habla de un deterioro o degradación en cuanto a lo que se produce, la cultura popular conserva elementos que interactúan con los nuevos medios: clubes, distracciones como dardo o dominó; no desaparece la relación con el hogar; se conserva la caridad, etc.
A su vez, se puede hablar en términos de usos y apropiaciones que realiza la cultura popular: “resiste” a los llamados publicitarios, aborda lo que considera conveniente, lee la prensa sin complejos, canta canciones cómicas, satiriza la publicidad, una suerte de energía vital que resiste embates de la IC o bien: las innovaciones más aparentes que difunden los medios se atenúan o eliminan por las exigencias de la vida doméstica.
Revistas dedicadas a la clase obrera (pesca, artesanías, arreglos domésticos, jardinería. Sin embargo, ciertas tradiciones siguen vigentes como el gusto por ir al campo. Esto demuestra el poder de resistencia que ha caracterizado a la clase obrera desde el principio de la era industrial (usos, apropiaciones).
Sin embargo advierte: si bien se produjo un proceso de alfabetización, la concentración de la prensa no rompió la línea que separa la clase obrera de la burguesía. Defectos de la prensa popular: deformación ideológica, opinión reiterada, escepticismo superficial, explotación cultural además de económica.
Prensa borra diferencias de clase: la cultura de clases se está desgastando a favor de la opinión de masas, la diversión de masas y la respuesta emocional generalizadas. Tanto la prensa, como Hollywood, presentan al hombre común sin clase ni rostro.
Cuando analiza el funcionamiento de la prensa "que para inclinar a los miembros de las clases populares a la aceptación del statu quo se apoya sobre valores como la tolerancia, la solidaridad o el gusto por la vida en los que hace sólo cincuenta años se expresaba la voluntad de las clases populares por transformar sus condiciones de vida y conquistar su dignidad", se encuentra sintetizado en forma espléndida el funcionamiento de la hegemonía en la IC: la puesta en marcha de un dispositivo de reconocimiento y la operación de expropiación. Hoggart traza el mapa de esas operaciones que "explotan" las aspiraciones de libertad vaciándolas de su sentido de rebeldía y llenándolas de contenido consumista, que transforman la tolerancia en indiferencia o el sentimiento de solidaridad en igualitarismo conformista, y el apego a las relaciones cortas, personales, en la torpe "personalización¨. La razón secreta del éxito y el modo de operar de la industria cultural remiten fundamentalmente al modo como ésta se inscribe en y transforma la experiencia popular. Y a esa experiencia -que es memoria y práctica- remite también el mecanismo con el que las clases populares hacen frente inconsciente y eficazmente a lo masivo: la mirada oblicua con que leen "sacándole placer a la lectura sin que ella implique perder la identidad", como lo demuestra el hecho de que comprando diariamente la prensa conservadora voten por el laborismo y viceversa.
La línea de fondo, la que permite enlazar toda esa variedad de prácticas, es lo masivo trabajando desde dentro de lo popular. De modo que la posibilidad de comprender lo que de veras pasa en la prensa popular tiene tanto o más que ver con lo que pasa en la fábrica y la taberna, en el melodrama y los mítines, sus pancartas y sus panfletos, que con lo que pasa en el mundo de los periódicos mismo.
Hoggart plantea que los medios de comunicación operan en la dirección ya marcada por las tradiciones de la cultura popular, y que los residuos de lo que era una cultura popular van siendo destruidos por el efecto de los estímulos de quienes controlan los medios masivos de comunicación, mucho más insistentes, eficaces y globalizados que en décadas anteriores.
La acción de la Industria Cultural aparece estudiada y evaluada desde un criterio básico: “El efecto de las fuerzas de cambio está esencialmente condicionado por el grado en que la actitud nueva puede apoyarse sobre una actitud antigua”. Lo cual no impide el que la acción de lo masivo sea a su vez sentida como una operación de desposesión cultural.
Se tiende a una sola cultura masiva: borramiento de las fronteras entre las clases.
La dominación cultural es menos obvia que la económica. Para la clase dominante es más fácil atraer a la clase obrera a una cultura sin referencias objetivas de clase” por las mejores condiciones económicas (que diluyen el enfrentamiento entre las clases). Una misma clase cultural. Cultura masiva: sin clase, sin rostro.
“La democratización relativa de la enseñanza tiene como consecuencia que se despoje a la clase obrera de sus elementos más críticos y activos, en el momento en que ésta tiene la mayor necesidad de espíritu crítico para defenderse contra la influencias de la prensa”.
Sostiene la independencia de los lectores populares y sus prácticas de lectura, sin dejar de preguntarse sobre los efectos de la prensa popular: en qué medida transforma las actitudes de la clase obrera. Refuerzo entre tendencia al escándalo y evasión.

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STUART HALL Y TONY JEFFERSON (COMP.), Resistencia mediante rituales (1983), UNLP, 2010.
Los autores emplean la noción de sub-culturas juveniles (o tribus urbanas) como operaciones de resistencia de los jóvenes de la cultura trabajadora en la posguerra, en medio de la “ideología de la prosperidad” como mito (acerca de y para la clase trabajadora) a través de los medios de comunicación, la publicidad, los discursos políticos.
Si en los años ‘20/’30 se impuso un dominio coercitivo (en medio de la crisis económica), en los ‘50 se instala la dominación hegemónica con la prosperidad como ideología. En cambio en los ‘60/’70 ese liderazgo ha sido de nuevo cuestionado (polarización social, reaparecen los mecanismos coercitivos).
La clase subordinada ha desarrollado su propia cultura, sus formas de relación social, sus instituciones características, valores, modos de vida. Instituciones que preservan la cultura subordinada a la vez que negocian sus relaciones con la cultura dominante. Pueden pasar por fases adaptadas al poder o combativas.
Repertorio de respuestas de la clase trabajadora al poder inmediato y a la autoridad capitalista: cultura informal en el espacio laboral (ejercer control sobre los procesos de trabajo y los momentos de ocio), negociaciones salariales, huelga, paro, toma de fábrica… etc.
El barrio o vecindario asume su forma tradicional desde 1880 en Gran Bretaña. Se conforma una cultura colectiva, asentada en espacios comunales físicos (redes de calles, casas, tiendas, tabernas y parques) y sociales (redes de parentesco, amistad, trabajo, relaciones vecinales). Lealtades, solidaridades, tradiciones.
(Nota sobre cómo el miedo al Ébola rompió solidaridades subalternas de acogida a los huérfanos).
Analizan en diferentes capítulos distintos aspectos emergentes: Skin heads, hacer nada, consumo de drogas, comunas, reggae/rastas, chicos de la calle, moda/estilo, consumos musicales, chicas y explotación, ciertos barrios (East End), etc.
Existencia de fracciones de clase con un tipo de respuesta específico, relativamente autónomo respecto del resto de su clase.
Impacto de la transformación del mundo del trabajo en la posguerra (la cultura ocupacional).
Zonas de las ciudades industriales afectadas: nuevas fuerzas económicas en algunas partes y atraso en otras. Como ello impacta en la estructura de la familia (por los desplazamientos laborales).
Situar a la juventud entre la cultura hegemónica y una culta parental subordinada (trabajadora).
(Pensar el caso argentino de los años ‘90: la exclusión del mercado laboral de un porcentaje de la población y las tribus juveniles o concepciones de vida que allí nacen).
Las relaciones entre una cultura dominante y una subordinada son de negociación, resistencia y lucha. Estrategias dentro y fuera de la institucionalización formal de la lucha de clases.
Repertorio de estrategias y respuestas (maneras de copiar, incorporarse y de resistir). Ninguna posición es fija y permanente. Subculturas y consumo (nichos).

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MIJAIL BAJTIN (1895-1975): CIRCULARIDAD CULTURAL
Contexto: debates entre el formalismo ruso y el marxismo. Rusia años ‘20.
Parte de la escena de efervescencia cultural que ronda la Revolución de octubre. Polémica desde el Círculo de Bajtin. Discusión sobre lenguaje y revolución, arte y revolución.
Enigma de las tres firmas: Voloshinov, Medvedev, Bajtin. Amigos personales y compañeros de discusión intelectual, parte de un proyecto colectivo.
Polemiza tanto con los formalistas como con la sociología marxista en su enfoque de la literatura y el arte. Reconoce en ambos parte de razón y error.
En cuanto a los formalistas: especificidad literaria en análisis inmanentes. FORMA.
Bajtin se niega a ver en la literatura una operación meramente formal. La forma no es autónoma.
En cuanto a los marxistas (y la teoría del reflejo): les cuestiona que no puede separarse forma y contenido en el análisis literario. Contenido, historia, ideología no son externas a la obra.
Bajtin combina ambas posiciones, cuestionándolas a la vez. Reconoce la especificidad de lo literario, su condición de ser un hecho del lenguaje, pero entiende la obra como un producto ideológicamente relacionado con su entorno socio-histórico. La lengua es ideológica. La ideología y la historia no están fuera de la obra, son su inmanencia.

También establece una discusión con la concepción de Saussure (la oposición lengua-habla. En la perspectiva del autor, lo que debe estudiarse es la lengua en tanto universal y ahistórica). Por el contrario, el Círculo de Bajtin plantea que hay que reconocer en la lengua su dimensión social, sus tensiones, y la concibe como un espacio de resistencia al poder. La palabra como espacio de combate (Voloshinov, Marxismo y filosofía del lenguaje, 1929). El signo no es abstracto sino material y valorativo. ¿Por qué la lengua cambia? Porque entra en ella la historia. Por eso, optan por estudiar el habla, y no la lengua.

Raleado y perseguido por el estalinismo, es condenado a oscuros puestos de docente de provincia o ni siquiera eso. Muchos de sus amigos son asesinados. 1930: se prohíbe el formalismo. Dispersión de la escena intelectual. Su tesis sobre Francois Rabelais (1494-1553) es rechazada y menospreciada por la academia estalinista. Recién es redescubierto en los ‘60. En 1956, Jakobson lo menciona en una conferencia. Un grupo de alumnos descubre la tesis y propone publicarla, y reeditar su libro sobre Dostoievski. Con algunas concesiones a la censura, logran hacerlo años después. Descubren además que Bajtin todavía vive. Cuando lo publican en URSS tardíamente, explican su silenciamiento de tantos años en términos de “razones personales”.

Mijail Bajtin, La cultura popular en la edad media y el renacimiento (1933)

Nociones clave:

POLIFONIA o DIALOGISMO: multiplicidad de voces en cualquier texto, más allá del narrador.

CRONOTOPO: modo de intervinculación entre parámetros temporales y espaciales. Modo concreto en que el tiempo y el espacio se relacionan en la literatura y el arte.
En el caso que analiza Bajtin, se trata del cronotopo del carnaval: plaza pública festiva. Lugar importante de esas prácticas en la vida del hombre medieval que se remontan a la antigüedad, y que fueron desplazadas e incomprendidas en la Modernidad.
El carnaval ocurre en la plaza pública en la que se establecen contactos libres de cualquier distancia social, económica, de cualquier jerarquía. No hay público ni actores, no hay escenario. Todos participan. Unidad popular. No tiene la forma de un espectáculo teatral y no está dentro del dominio del arte. Está situado en las fronteras entre el arte y la vida. Es la vida misma, presentada con los elementos característicos del juego. Los espectadores no asisten al carnaval, sino que lo viven. No hay frontera espacial. Es universal.
CARNAVAL como fiesta popular, festejo de culturas agrícolas. Renacer primaveral después del invierno. La vida (colectiva) resurge después de la muerte.
Todo sigue, todo renace. Conciencia temporal. La muerte embarazada. Todo se destruye y se renueva.
Carnaval como espectáculo, mito y rito en el que confluyen la exaltación de la fertilidad y la abundancia, la jocosa inversión de todos los valores y jerarquías, el sentido cósmico del fluir destructor y regenerador del tiempo. Esta cultura se opone expresamente al dogmatismo y a la seriedad de la cultura de las clases dominantes.
“Ofrecen una visión de mundo, del hombre y de las relaciones humanas, deliberadamente no oficial, exterior a la Iglesia y al Estado; parecían haber construido, al lado del mundo oficial, un segundo mundo y una segunda vida a la que los hombres de la Edad Media pertenecían”
Conciencia de que ningún poder es eterno. Expulsión del miedo. Alegría popular.
La risa del carnaval es negativa (crítica) y positiva (júbilo). Aproximación, familiarización con eso desconocido.

Un mundo al revés, donde los excluidos (los tontos, los feos, los deformes) reinan por un día. Inversión del mundo. Abolición del orden jerárquico.

Manifestación de una cultura no oficial paralela, espacio de resistencia contra el poder y a la vez canalización catártica de esa resistencia.
Modos de representación estética diferentes a los oficiales, tanto escritos como orales, en latín y lengua vulgar (farsas, poemas, pregones).
Clasifica en tres zonas las manifestaciones de esta cultura:

1)    Formas y rituales del espectáculo (representados en la plaza pública)

2)    Obras cómicas verbales, orales y escritas.

3)    Diversas formas de vocabulario familiar y grosero.

Carácter ritual del carnaval: creación de un lenguaje propio, alternativo. Insulto, maldición, invectiva. Voz del pueblo.
Plurilingüismo en la feria: coexistencia de distintos dialectos y lenguajes nacionales, y distintos sistemas valorativos del mundo. Lugar donde la comunidad se entrecruza con otros.
Dialogismo o polifonía: entre palabras y cosas, experimentados diferente. Lo carnavalesco de la sociedad es el cruce de muchas lenguas, pluralidad de voces.
Mezcla espontánea de valores, fenómenos y cosas.
Se disuelven los límites entre lo sagrado y lo profano. Lo sublime y lo ínfimo. Lo sabio y lo tonto.
Profanaciones (parodias, obscenidades). Cultura cómica popular que es fuerte en la Edad Media y el Renacimiento, y es cercenada en la Modernidad. Queda en un lugar residual en el romanticismo (y traza una línea de continuidad en el realismo y las vanguardias). Lo grotesco (realismo grotesco: tipo específico de imágenes de la cultura cómica popular en todas sus manifestaciones).
Cuerpo como protagonista: erotismo, alimentación, defecación. Fertilidad y tumba: la tierra, la madre. Hacerse y deshacerse.
Diferencia con el cuerpo en el Renacimiento (perfecto, alejado de los extremos. Pierde su ambivalencia regeneradora). Lo inferior separado de la mente. El individuo separado del colectivo.

CIRCULARIDAD CULTURAL
Su tesis de la circularidad cultural es que el cronotopo del carnaval genera o gesta formas estéticas que dan lugar a la NOVELA, en los albores de la modernidad. Línea popular alternativa desarrollada en la plaza pública, con la tolerancia de los poderes de Estado. Cultura alternativa sin prestigio académico ni oficial, que penetra el arte culto y produce formas absolutamente nuevas de representación estética en el cruce subversivo y productivo con la tradición oficial.
REALISMO GROTESCO: modo de representación de la realidad que permite su cuestionamiento. Contexto polifónico, diversas voces que conviven en la literatura de Rabelais. Apropiación de la palabra ajena.
Relaciones entre cultura popular y cultura alta: lo que se reprime en una reaparece y se reconvierte en la otra. El Carnaval como festividad popular reaparece en la forma literaria moderna por excelencia: la novela.



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Guía del Teórico 2 (Unidad I)






MAPA DE LA CLASE

MATERIALISMO CULTURAL

1. Idealismo y materialismo
2. La Escuela de Birmingham y sus relaciones con el marxismo. Hasta dónde avanzó Karl Marx en pensar la cultura. El legado de Antonio Gramsci.
3. La perspectiva del materialismo cultural: la cultura como modo específico de producción.
4. La cultura como espacio de conflicto.
5. Tres conceptos entrelazados: cultura / ideología / hegemonía.



  1. CONTEXTUALIZACIÓN DE LOS AUTORES DE LA UNIDAD I
El texto de María Elisa Cevasco ayudará a poner en contexto a este grupo de intelectuales ingleses, sus posiciones y trayectorias. Se trata de un grupo de intelectuales marxistas conocido como la Escuela de Birmingham: Raymond Williams (1921-1988), Richard Hoggart (1918-2014), E. P. Thompson (1924-1993), Stuart Hall (1932-2014). El grupo surge a fines de la Segunda Guerra Mundial, en el contexto del Estado benefactor y la Guerra Fría. Trabajan en educación de adultos (contra la idea de la cultura como distinción social). Crean el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos en la Universidad de Birmingham (en 1964). Su primer director fue Hoggart, y luego lo sucedió S. Hall (hasta 1980).
Quieren superar la institucionalización universitaria. Por eso varios de ellos participaron activamente de Workers’ Educational Association (WEA), organización de izquierdas dedicada a la educación de los trabajadores. Conciben la educación popular como intervención política, en la perspectiva de fundar una nueva sociedad “de abajo hacia arriba”. Intercambio clave entre intelectuales y trabajadores, y experimentación con otros modos de didáctica, que favorecían la interdisciplina y la implicación política.

El contexto preciso en el que surge este grupo es la posguerra, en medio de un ciclo expansivo del capitalismo, sostenido por el avance de la Industria Cultural, el Estado de Bienestar y la modernización.
Postulan un nuevo tipo de intelectual. Son parte del surgimiento de la Nueva Izquierda (luego de la invasión rusa a Hungría en 1956). Plantean la renovación del marxismo occidental para contribuir a un proyecto socialista (emancipador) adecuado al momento histórico presente. Hacen suya la posición de Gramsci: “Pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad”. Ante un panorama poco favorable a los proyectos revolucionarios y en medio del auge del Estado de Bienestar, se plantearon el compromiso de un trabajo intelectual que sostuviera ligazones concretas con grupos sociales concretos.
En la década del ‘60, en que resurgen con fuerza diversos procesos que se plantean un horizonte de expectativas revolucionario (sobre todo en los países del Tercer Mundo), ellos son parte de la revista y editorial New Left desde 1960.
Necesidad de pensar nuevas bases para la transformación y la interpretación socialista del mundo. (Tesis sobre Feuerbach: pasar de interpretar a cambiar el mundo). Movimiento intelectual anticapitalista, grupos heterogéneos. Polémicas dentro del grupo.
Se postulan como el brazo cultural de intervención de una Nueva Izquierda. Cruce interdisciplinario entre estudios de medios, historia, sociología y análisis de discursos/obras literarias y artísticas. Interés en las subculturas y la cultura popular y obrera.

Cevasco señala tres libros clave en la conformación inicial de este núcleo intelectual:
-       Cultura y Sociedad, de Raymond Williams (1958)
-       The uses of Literacy, de Richard Hoggart (1957). Se tradujo como “La cultura obrera en la sociedad de masas”.
-       The making of the English Working Class, de E.P. Thompson (1963). Traducido como “La formación de la clase obrera en Inglaterra”
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Libros de Raymond Williams (1921-1988)
-       Culture is ordinary (1958)
-       Libros: Cultura y Sociedad (1958)
-       La larga revolución (1961)
-       Palabras clave (1976)
-       Marxismo y literatura (1977)
-       Cultura (1982)
-       La política del modernismo (póstumo)

Richard Hoggart (1918-2014) Historiador de lo ignorado por la historia oficial inglesa. Entre sus varias publicaciones, destacan:

-       The uses of literacy (1957)
-       Teaching Literature (1963) (“Enseñando Literatura”)
-       Between Two Worlds (2002) (“Entre dos mundos”)

E.P. Thompson (1924-1993): debate con Althusser. Para el intelectual inglés, la clave no es la estructura sino la relación entre Economía y Cultura, y la consideración de la experiencia. La cultura debe entenderse por las experiencias de los ganadores y también de los perdedores. “Se olvidan los callejones sin salida, las causas perdidas y a los perdedores mismos”.

Stuart Hall (1932-2014)
Nacido en Jamaica en una familia “de color”, migra en 1951 muy joven a Inglaterra. Críticas al colonialismo. Cuestiones de raza y feminismo siempre presentes en su trabajo. Piensa la identidad como un posicionamiento (no como una esencia fija).
Define la teoría como “un forcejeo con los ángeles”.
Entre muchos otros títulos, artículos y compilaciones, se consiguen en castellano:
-       Resistencia a través de rituales (1974)
-       Cuestiones de identidad cultural (2003)

Varios de estos autores provienen de la clase obrera inglesa. Contra el elitismo clasista, se proponen pensar la cultura popular de la clase obrera industrial (en el contexto de la expansión de la Industria Cultural).

Preguntas clave: Cómo se práctica y se elabora la cultura. Cómo los distintos grupos intervienen en la lucha por la hegemonía. Dimensión siempre política de la teoría.

También veremos en esta Unidad a dos autores latinoamericanos contemporáneos, María Elisa Cevasco (brasileña, profesora de la Universidad de Sao Paulo) y Alejandro Grimson (antropólogo argentino, profesor de la UNSAM).

Cevasco es una autora especializada en los teóricos de la Escuela de Birmingham, preocupada por la despolitización que en muchos casos implica su ingreso a la academia, sobre todo la norteamericana, ante la moda de los estudios culturales que se vivió en las últimas décadas.
Dos títulos destacables de su obra en castellano son:
-       Para leer a Raymond Williams
-       Diez Lecciones sobre estudios culturales

Grimson estudió comunicación social y luego antropología, e investiga sobre procesos migratorios (por ejemplo, bolivianos en Buenos Aires), zonas de frontera (triple frontera), movimientos sociales, culturas políticas, identidades e interculturalidad. Como señala en la introducción que vamos a leer en esta Unidad, se propone, a contrapelo de las modas académicas contemporáneas, encontrar una tercera posición superadora del objetivismo y del subjetivismo.
Algunos de sus libros son:
-       Relatos de la diferencia y la igualdad (1999)
-       La nación en sus límites (2003)
-       Los límites de la cultura (2011)
-       Mitomanías argentinas (2012)



I.              MATERIALISMO CULTURAL


1. IDEALISMO Y MATERIALISMO


Ahora analizaremos el proceso que origina el concepto de cultura como un orden separado de los “asuntos mundanos”, y su asociación con lo espiritual. Esta tendencia se exacerba con el idealismo, imperante en el pensamiento europeo a fines del siglo XVIII y primeras décadas del XIX. En ese período se concebía a la cultura en tanto mundo de los valores, las creaciones espirituales y el perfeccionamiento moral, intelectual y estético. Como contrapartida, se encontraba el mundo de la civilización, en el que transcurrían las actividades técnicas y económicas. Sin embargo, los logros de la civilización, el enriquecimiento de los burgueses, para esta cosmovisión, no conducían sino a la consecución de bienes materiales estrictamente necesarios para la supervivencia, mientras que eran incapaces de brindar belleza y felicidad a la vida de los hombres.
Esta postura, de alguna manera, ha sobrevivido hasta nuestros días en aquellas concepciones de cultura que separan de modo tajante la actividad espiritual e intelectual de la actividad material (el orden de la producción). Dicha visión, encarna –por ejemplo- en la idea del artista o poeta concebido como un iluminado, un genio, un ser distinto al resto.
Contra esa separación entre cultura y mundo material/civilización que provoca la concepción idealista, Karl Marx (1818-1883) propone a mediados del siglo XIX el Materialismo: una teoría, un modelo de análisis de la sociedad (y del hombre, entendido como ser social, en tanto es lo que produce) que señala los modos en que la cultura está imbricada y determinada por las actividades de la base económica (“la existencia social determina la conciencia”). Este esquema se graficó en la teoría marxista en aquello que Marx llamó en 1859 la “metáfora del edificio social” y que puede graficarse de la siguiente forma:


Dijo Marx al respecto “no es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino por el contrario su ser social el que determina su conciencia”. Se proponía mostrar con este esquema de qué manera las manifestaciones culturales y las instituciones políticas (las leyes, el Estado, etc.), que a simple vista aparecen como absolutamente autónomas e independientes de la vida material -¿qué pueden tener que ver lo sublime, lo bello o lo justo con el mundo de las transacciones económicas?- se asentaban en las relaciones de producción (es decir, en las relaciones que los hombres establecen para producir sus medios de vida). De esta manera, las superestructuras constituyen la parte visible del edificio, mientras que la base material es su cimiento invisible.
Con la “metáfora del edificio” buscaba Marx explicar la realidad social, mostrando que por debajo de las formas culturales o políticas que nos parecen más autónomas, puras o ideales, hay una base social, de relaciones sociales de producción, que no se ve, pero que está determinando esas formas culturales y políticas (“determinación”). Si es posible que éstas evolucionen, de formas menos complejas a formas de mayor complejidad, es porque, por debajo de ellas, la base material también se transforma a medida que la sociedad se va haciendo más compleja y diversa.
De esta manera, el planteo de Marx se proponía superar la disociación entre cultura y mundo social. Sin embargo, terminó reducido o vulgarizado por el llamado Marxismo ortodoxo (estética marxista predominante en las décadas de 1930-1940) a una simplificación o reduccionismo que reproducía la dualidad y el idealismo que quería combatir. Cevasco señala que el modelo marxista dogmático restringe la complejidad de la cultura a un lugar secundario, como realizaciones directas de la economía que la precede y la controla. La revisión a la que el marxismo ortodoxo somete a la metáfora base/superestructura causa más problemas de los que soluciona ya que entiende a la cultura como algo secundario, y oscurece el hecho de que las prácticas culturales son en sí mismas un modo de producción, son materiales y reales. Las artes aparecen ubicadas como un campo aislado replicando el problema objetado al idealismo.
En síntesis, las dos objeciones al esquema Base/Superestructura son:
a.    Coloca a la cultura como algo posterior y secundario a la economía
b.    Oscurece el hecho de que las producciones y prácticas culturales también son materiales y reales (un modo de producción)

Para Marx mismo, el hombre se hace a sí mismo al producir sus medios de vida, de modo que cuestiones tan “culturales” como su identidad están anudadas a cuestiones tan “económicas” como la subsistencia, las herramientas de trabajo, etc. “No hay ninguna práctica económica que no sea una práctica de significación”, dice Alejandro Grimson.
Sin embargo, lo que había sido un llamado de atención acerca de que economía y cultura son instancias diferentes pero que marchan imbricadas una en la otra, pasó a entenderse, entre muchos continuadores de Marx, como una división tajante y jerarquizada. Para ellos, la cultura terminó siendo nuevamente un “reino de ‘meras’ ideas, creencias, artes, costumbres”, subordinado a lo que ocurría en la base económica. Las sociedades cambiaban por efecto del desarrollo económico, y la cultura era entendida como un simple reflejo de menor importancia. De nuevo, igual que en el idealismo, la cultura y la vida social, lo espiritual y lo material, se entendían como instancias separadas.
En su “Introducción” a Los límites de la cultura (2011), el investigador argentino Alejandro Grimson cuestiona la idea tan instalada en el pensamiento occidental de pensar la actividad humana en esferas separadas (esfera económica, social, cultural, política). Él, como Williams, sostiene que “no hay esferas: no existe naturalmente la cultura como una esfera separada de la economía” (p. 39). Es decir, la economía no existe sin la cultura. Todas las prácticas económicas tienen también una dimensión simbólica. Un esquema como el planteado a partir de la metáfora Estructura/Superestructura no sólo condena a la cultura y a lo simbólico a un lugar secundario, subordinado y dependiente (de la economía), sino que además es una metáfora que insiste en pensar en esferas separadas los dominios de la vida social: “Fue la modernidad la que inventó la economía como un dominio separado de lo político y lo cultural”.
A pesar de estas críticas, el mundo en que vivimos está profundamente “esferizado” (véase como ejemplo la organización del poder ejecutivo en distintos Ministerios o la especialización de las disciplinas académicas). Por eso es difícil estudiarlo desde otras categorías.


2. LA ESCUELA DE BIRMINGHAM Y SUS RELACIONES CON EL MARXISMO

Los teóricos de la Escuela de Birmingham se propusieron retomar los postulados de Marx y proseguir, avanzar en lo que dejó incompleto. Así llevaron adelante un trabajo marxista de crítica de la cultura, que discute la idea de una base determinante y una superestructura determinada y piensa en cambio la cultura como producto y producción de un modo de vida dado, y no como reflejo de la base socioeconómica. Aquel tipo de análisis (en términos de reflejo), para los pensadores de la Escuela de Birmingham, dice muy poco de lo peculiar del arte, que queda entendido como un bloque inespecífico (la poesía “capitalista” o “decadente” pasa por alto las contradicciones y conflictos).
El Materialismo cultural que impulsaron los teóricos de esta Escuela atiende en cambio a la producción y no sólo a la reproducción de significados y valores. Los cambios se producen en tanto emergen nuevos significados y valores.
Este enfoque les valió un lugar heterodoxo dentro del pensamiento marxista clásico. Al respecto, Raymond Williams afirmó: “No siendo miembros de una iglesia, no debemos preocuparnos por herejías” (1971).
Raymond Williams, propuso pensar al Materialismo cultural como proyecto intelectual que implica una posición teórica para una crítica comprometida (comprender la sociedad para transformarla). Una necesidad impuesta a la teoría por la práctica. Para ello, en los ensayos de Williams los conceptos se formulan no como codificaciones cerradas sino como movimientos históricos.
En términos biográficos, Williams fue un teórico de la literatura y la cultura inglesa, que renovó críticamente la perspectiva marxista para pensar la cultura. Estudió la historia literaria y cultural inglesa a partir de captar, en el movimiento social, un puñado de conceptos claves: cultura y democracia, masas e industria, campesino e intelectual urbano, tradición, continuidad y contradicción. Y se propuso pensar sus significados desde la historia de esos conceptos.

Su teoría ha recibido acusaciones de “culturalista” (de colocar la cultura en un lugar determinante para la revolución o el cambio). En su defensa debe considerarse que:

-La ampliación del materialismo a dominios poco explorados por Marx, exige necesariamente nuevas respuestas teóricas y una preocupación por analizar la cultura popular, los medios masivos, la dominación cultural.

-El lugar de la cultura como conflicto requiere una crítica de la cultura como una de las formas de lucha contra una organización de la vida impuesta por un modo de producción específico. La cultura se instala cada vez más como mecanismo de dominación y control (sociedades semióticas, capitalismo cultural o cognitivo).

Desde esa crítica al esquema Base/Superestructura, autores como Williams (a quien retoma Grimson) proponen una teoría cultural materialista reexaminando dicha relación, entendida como una base monolítica que determina los cambios en la Superestructura.



Hasta dónde avanzó Marx en pensar la cultura

Marx nunca desarrolló sistemáticamente una teoría de la cultura, sino que sentó las bases para una crítica de la ideología. Fueron comentarios ocasionales, influidos por los gustos burgueses de su época. No hay en Marx una equivalencia en el terreno de la cultura de la desconstrucción que logró en la economía política.

En una conferencia (en Filosofía y Letras, 1984), el crítico cultural argentino Néstor García Canclini plantea los límites de los aportes de Marx:
1) Los prejuicios etnocéntricos y positivistas de su tiempo;

2) Que fue previo al desarrollo de la lingüística, la semiología, la antropología, el psicoanálisis, las ciencias de la cultura. Puede agregarse que tampoco conoció las rupturas estéticas de las vanguardias, que trastocaron la noción de arte a principios del siglo XX.

3) Que no resuelve el vínculo entre cultura e ideología.

Canclini sostiene que se puede retomar no lo que Marx dijo sobre cultura, sino su método y su teoría en general, en la medida en que se asuma “la crisis del paradigma marxista” y se lo vincule con otras corrientes científicas.
En el último siglo, varios teóricos de la cultura se plantearon retomar el sentido original del esfuerzo de Marx por pensar integradamente cultura y economía, el mundo de las ideas y el de la producción. Reformularon, sistematizaron, pensaron los fenómenos nuevos y cruzaron el paradigma marxista con otros paradigmas y disciplinas del pensamiento.


El legado de Antonio Gramsci

El primero en pensar desde el marxismo “la cuestión cultural con autonomía, sin reducirla a la economía o a la política”, fue Antonio Gramsci, el marxista italiano que sufrió la cárcel fascista entre 1927 y 1935. Fue él el primero que estudió la contraposición entre acciones hegemónicas y subalternas. Su teoría hace énfasis en los modos de funcionamiento de la hegemonía. La dominación social se mantiene por el poder y la propiedad, pero también por la cultura de lo vivido (hábitos, experiencias, modos de ver).
Su visión de la Superestructura se desembarazó del economicismo (es decir de la subordinación de la Superestructura a la Base). Fue el primero en mirar las culturas populares (hasta entonces, el marxismo se había restringido a pensar la cultura dominante).
Fue también el primero en incluir como parte de la ideología a las instituciones, la organización material que hace posible la producción y circulación de la ideología (escuelas, editoriales, museos, etc.).
A partir de su aporte algunos teóricos establecen discusiones con otras posiciones del marxismo (reivindicándose marxistas).
De este modo, la teoría gramsciana permite pensar una alternativa al modelo ortodoxo. El problema decisivo es el reexamen de la explicación Base/ Superestructura y la discusión de una cuestión clave: Base (determinante) / Superestructura (determinada).

En la perspectiva de Gramsci, cultura abarca Base y Superestructura en un solo concepto.

Teoría del reflejo: repite el idealismo que había pretendido superar.

Peligros de la teoría del reflejo

·         Reflejo ideológico como externo a la realidad. La deformación está en la Ideología y no en la Estructura.
·         La determinación de la Base sobre la Superestructura sería causal, mecánica, unidireccional. (y Gramsci la entiende como estructural, reversible y multidireccional). Sobredeterminación de la conciencia sobre la Base.


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3. LA PERSPECTIVA DEL MATERIALISMO CULTURAL: LA CULTURA COMO MODO ESPECÍFICO DE PRODUCCIÓN

En el último siglo, varios sociólogos de la cultura se plantearon retomar el sentido original del esfuerzo de Marx por pensar integradamente cultura y economía, el mundo de las ideas y el de la producción. El primero fue Antonio Gramsci.
Más tarde los marxistas culturalistas ingleses de la Escuela de Birmingham, entre quienes estamos leyendo a Raymond Williams.
En Latinoamérica, Néstor García Canclini, filósofo y sociólogo argentino –residente en México desde los años ‘70- se interesa por la sociología del arte, las culturas populares latinoamericanas, las culturas urbanas, los fenómenos de consumo y recepción de los medios masivos.

Néstor García Canclini (La producción simbólica, 1979) señala que la “cultura” no es sólo un sistema de ideas, imágenes, representaciones de la producción social, sino un proceso específico de producción. ¿Producción de qué? De procesos simbólicos, “de fenómenos que contribuyen -mediante la representación o reelaboración simbólica de las estructuras materiales- a comprender, reproducir o transformar el sistema social”. Es importante remarcar este aspecto: “los sujetos a través de la cultura no sólo comprenden, conocen y reproducen el sistema social; también elaboran alternativas, es decir, buscan su transformación” (1986; p. 41-42). El autor insiste en que no hay producción de sentido que no esté inserta en estructuras materiales, no sólo porque la cultura está determinada por lo social, sino porque está inserta en todo hecho socioeconómico (1982; p. 42).
Desde esta perspectiva, entonces, cualquier práctica es a la vez económica y simbólica. La cultura se entiende como un tipo particular de producción (y no un reflejo mental o ideal de la esfera productiva). Es además un espacio de conflictos, ya que no se puede hablar de “La Cultura”, de una única cultura, sino “explicar las desigualdades y los conflictos entre sistemas culturales”.

Definición: Cultura es un tipo particular de producción cuyo fin es comprender, reproducir y transformar la estructura social, y luchar por la hegemonía”.

Por ello, el análisis del arte no tiene sentido disociado de la sociedad en que actúa de forma específica. Pensar el arte de otra manera lo aísla en un dominio restringido, y lo hace entender como algo excepcional, restringido a “grandes hombres” o genios.

Para Raymond Williams, el artista comparte con todos la imaginación creativa (capacidad de encontrar nuevas descripciones de la experiencia y transmitirlas). Lo que diferencia al artista es que usa una habilidad aprendida y especializada.
Esta concepción se contrapone con las formulaciones hegemónicas, tradicionales, que limitan el sentido de cultura y lo especializan, entienden cultura como un dominio separado de la esfera de la vida cotidiana, donde se producen las “grandes obras”.
En una entrevista que le realiza la crítica argentina Beatriz Sarlo (publicada en la revista Punto de Vista), Williams plantea: “Desde mi punto de vista, es casi imposible la comprensión de áreas claves como cultura o literatura careciendo de una conciencia histórica de sus significados. Lo que sucede con otros conceptos es que son definidos abstractamente y estas definiciones conllevan siempre –y por lo general sin tener conciencia de ello– elementos y puntos de vista propios de la época. Se los piensa como universales pero, de hecho, están condicionados históricamente”.
Para Williams, una sociología de la cultura debe "reelaborar y reconsiderar todo el material (empírico) y los conceptos (teóricos) heredados, y presentar sus propias contribuciones dentro de la interacción abierta entre la evidencia y la interpretación...”

Sociología de la cultura: estudio de distintos tipos de instituciones y formaciones dentro de la producción y distribución cultural, y en la vinculación de ellas dentro de la totalidad de los procesos sociales materiales.

El análisis cultural supone pensar lo hegemónico en sus procesos de transformación. Las obras de arte son especialmente importantes como fuentes de esta compleja evidencia (p. 135). Obras e ideas que implican rupturas significativas con los límites y presiones hegemónicas.
Agrega el estudio de las formas (no como ilustración sino como el punto de acceso más específico a ciertos tipos de formación).

Tarea básica: análisis de las interrelaciones existentes dentro de esta compleja unidad (163). Instituciones/ formaciones/ relaciones formadas (audiencias, por ejemplo) / formas (relación con concepciones del mundo o estructuras del sentir/desempeño). Tomar los productos todavía activos, en proceso. Asumir la relación de todo trabajo cultural con un sistema de signos (relaciones internas sociales y externas con las instituciones) (p. 164).


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4. LA CULTURA COMO ESPACIO DE CONFLICTO

“Más que un concepto a ser usado, cultura como tantas otras palabras, lleva en sus extensiones y en sus ambigüedades una historia de disputas en torno de la fijación de su sentido para cumplir determinada función social” (Cevasco, p. 50)
La cultura es un “modo de lucha” (E. P. Thompson).
Para Raymond Williams, la cultura es entendida como un proceso que se da en varios niveles y en el que participan todos.

a.    La cultura tal como está estructurada reproduce la desigualdad social (aún cuando la niegue y se plantee como universal)
b.    A través del análisis cultural se puede avanzar en entender la totalidad social
c.    La cultura como espacio relevante de lucha

Así, la cultura es entendida como un espacio relevante de lucha (y no de su cancelación por la universalidad) y como espacio fundamental de la política. La cultura se presenta como “herencia de la humanidad” pero reproduce la desigualdad social.

La cultura es también entendida como terreno de conflicto político. Se mueve en dos sentidos: a favor y a contrapelo del progreso histórico. Cultura como “un conjunto de posibilidades gestadas por la historia que operan subversivamente dentro de ella” (Terry Eagleton). Toda cultura es autocontradictoria. “Las propias culturas engendran las fuerzas que podrían llegar a transformarlas. (…) La cultura puede ser una anticipación de una nueva existencia social”.
La cultura adquiere importancia intelectual cuando se convierte en una fuerza con la que hay que contar políticamente.


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5. TRES CONCEPTOS ENTRELAZADOS: CULTURA/ IDEOLOGÍA / HEGEMONÍA

La noción de ideología es clave en el pensamiento de Marx, que mostró cómo funcionaban los procesos ideológicos en la totalidad social y los ubicó en un sistema conceptual mayor: el conjunto de determinaciones que permiten explicar dicha totalidad. El concepto de ideología, permite relacionar las representaciones de lo real con sus condiciones sociales de aparición.
Dos líneas en la teoría marxista posterior sobre la noción de ideología:


·         La línea humanista vincula ideología con fetichismo, enajenación, a la que enfrenta la conciencia de clases (Georg Lukács).
·         La línea positivista define ideología en oposición a ciencia (Louis Althusser, Aparatos Ideológicos de Estado: Unidad 2).

Limitaciones de los estudios marxistas sobre ideología:

a.    Se restringen a la ideología de la clase dominante. Quedan fuera las clases populares. (excepciones en el marxismo, antropología desde perspectivas no marxistas).
b.    Las metáforas de Marx para hablar de ideología (superestructura, reflejo) convertidas en conceptos científicos (podría decirse, incluso, en piedra fundante de una estética marxista). Uso mecanicista de la teoría del reflejo: reflejo ideológico externo a la realidad. La representación tiene la responsabilidad de deformar, no la estructura económica.
c.    Se piensa la determinación entre Base y Superestructura como causal, mecánica y unidireccional (Y la determinación es estructural, reversible y multidireccional): la base material determina la conciencia, y ésta sobre determina dialécticamente y en forma plural a la estructura).
d.    Se estudió la ideología como sistema de representaciones conceptuales y repertorio de imágenes, en detrimento de la organización material y la configuración formal de los procesos ideológicos. Encontrar ideología en el arte antes de pensar qué hay de ideológico en los procesos materiales.
e.    Se enfatizó la oposición entre ideología y ciencia, es decir remarcando los aspectos negativos de la ideología (encubridora, distorsionadora de las relaciones sociales. “La religión es el opio de los pueblos”). Papel obstaculizador para el conocimiento correcto de la estructura social. Otras funciones de la ideología (asegurar la cohesión y el consenso, garantizar la reproducción de sus condiciones) no fueron destacadas como positivas.


Distinción y superposición entre cultura e ideología. La teoría de la cultura requiere de la teoría de la ideología (marxismo) para vincular los procesos culturales con sus condiciones sociales de producción. Pero no todo es ideológico en la cultura. Toda producción significante puede pensarse en sus determinaciones sociales, pero no se agota allí. La cultura no sólo representa la sociedad, también reelabora las estructuras sociales y puede imaginar nuevas. Representar relaciones de producción, ayudar a reproducirlas, a transformarlas e inventar otras.


Hegemonía

La noción de hegemonía adquirió un sentido significativo en la obra de Antonio Gramsci. Es uno de los puntos cruciales de la teoría cultural marxista. Gramsci distingue entre dominio y hegemonía. El dominio se expresa en las formas directamente políticas y en tiempos de crisis por medio de la coerción directa o violencia. Pero en tiempos normales, el poder se ejerce a través de un complejo entrelazamiento de fuerzas políticas, sociales y culturales. Un proceso de dirección política e ideológica en la que una clase (o sector) logra apropiarse preferentemente de las instancias del poder, en alianza con otras clases. La hegemonía es eso, y también las fuerzas activas sociales y culturales que lo constituyen. Se apoya menos en la violencia que en el contrato: una alianza en que hegemónicos y subalternos pactan prestaciones recíprocas.
Para Williams esta categoría es central para producir una descripción precisa del proceso de producción y reproducción de la cultura. La noción de Hegemonía permite ver cómo se produce la dominación en una sociedad de clases: ejerce presiones, impone límites, organiza e interpreta la experiencia y la producción de significados y valores. Lo hegemónico, aunque dominante, activo, siempre está en transformación e incorporación, no puede abarcarlo todo.
El concepto de hegemonía incluye y va más allá de dos conceptos anteriores: cultura e ideología.

HEGEMONÍA = Cultura + Modo de dominación

Hegemonía supera al concepto de cultura (proceso social total en que los hombres definen sus vidas) porque lo relaciona con las distribuciones específicas de poder. Es abstracto decir que los hombres configuran sus vidas. Existen desigualdades específicas en los medios para realizar ese proceso. Gramsci introduce el reconocimiento de la dominación y la subordinación en ese proceso total que es la cultura.
Hegemonía supera también al concepto de ideología en tanto lo decisivo no es sólo el sistema consciente de ideas y creencias, las formas plenamente articuladas y sistemáticas, sino todo el proceso social vivido, organizado por significados y valores específicos y dominantes. Es decir, la conciencia heterogénea, confusa, incompleta o inarticulada de los hombres reales de un período y sociedad.
Hegemonía como “algo que conforma a los sujetos humanos a las necesidades de un nuevo tipo de gobierno, que los remodela de arriba abajo, y los vuelve dóciles, moderados, distinguidos, amantes de la paz, tolerantes y desinteresados agentes de ese orden político. Pero para hacer eso la cultura también debe actuar como un tipo de crítica inmanente o de reconstrucción” (Eagleton, pp. 23 y 24). La cultura es así una crítica ideal y una fuerza social.
En la clase dominante la ideología se manifiesta de manera simple y pura. La clase subordinada no tiene sino esa ideología como su conciencia, se le ha impuesto sobre su conciencia.

Hegemonía no iguala conciencia e ideología, “no se reduce la conciencia a las formaciones de la clase dominante, sino que comprende las relaciones de dominación y subordinación, a tal punto que “un sistema cultural, político y económico nos da la impresión a la mayoría de nosotros de ser las presiones y límites de la simple experiencia y del sentido común”. O sea, hegemonía no es sólo manipulación y adoctrinamiento, sino “un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida”.
Las formas de dominación y subordinación se corresponden con los procesos normales de la organización y el control social de las sociedades desarrolladas.
Idea de cultura como práctica. La actividad cultural no constituye una superestructura. La tradición y la práctica cultural (ocio, entretenimiento y arte) se hallan entre los procesos básicos de la propia formación.


Hacia una definición de hegemonía

La hegemonía se define entonces como un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida, un sistema vívido de significados y valores experimentados como prácticas. Una formación social y cultural para ser efectiva debe ampliarse, incluir, formar y ser formada a partir de esta área total de experiencia vívida.

La hegemonía es siempre un proceso, no un sistema ni una estructura. Es “un complejo efectivo de experiencias, relaciones y actividades que tiene límites y presiones específicas y cambiantes”.

No se da en forma pasiva. Es continuamente resistida, recreada, defendida y modificada, desafiada por presiones que no son propias. Por ello hay que incorporar las nociones de contrahegemonía y hegemonía alternativa. Toda hegemonía, aunque se presente como dominante, jamás lo es de un modo exclusivo y total. Las numerosas formas de oposición y lucha son importantes no sólo en sí mismas, sino como rasgos indicativos de lo que en la práctica ha tenido que actuar el proceso hegemónico con la finalidad de ejercer su control. Ante las alternativas y la oposición la función hegemónica decisiva es controlarlas, transformarlas e incluso incorporarlas. Todo proceso hegemónico debe estar en un estado especialmente alerta y receptivo hacia las alternativas y la oposición que cuestiona o amenaza su dominación.

Por ello, hay que considerar las obras y las ideas que, aunque estén afectadas por los límites y presiones de lo hegemónico, constituyen rupturas significativas.

Para Williams, “hegemonía” es un concepto más funcional que ideología para pensar la cultura. Establece una relación dinámica entre experiencia-conciencia-lenguaje: concepto de “estructura del sentimiento o del sentir

La hegemonía es siempre una interconexión y una organización de significados, valores o prácticas dispares que este proceso activo incorpora a una cultura significativa y a un orden social efectivo.



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