viernes, 26 de septiembre de 2014

Guia del teórico 7 (Unidad 3)



UNIDAD III

1. PROYECTO INTELECTUAL: LA TEORÍA CRÍTICA
Retomamos el proyecto intelectual de la Escuela de Frankfurt, que ellos sostienen en términos de una Teoría Crítica.
¿Qué es una Teoría Crítica?, ¿cuál es el aporte que esta Teoría Crítica puede hacer al “pensamiento crítico” en general y a la “crítica cultural” en particular?
Susan Buck-Morss señala que “la teoría crítica nunca constituyó una filosofía articulada de manera completa, que los miembros del Instituto aplicaran de idéntico modo” (p. 142). La Teoría Crítica plantea una nueva comprensión de la historia humana, en la que el arte, la historia, la cultura, la política, la literatura y la teología se conciben como inseparables. Un pensamiento “inclasificable” (en términos de Löwy) en los parámetros del modernismo y el posmodernismo.
Su condición “crítica” se ejerce sobre las condiciones de existencia para explicar el funcionamiento social desde una perspectiva materialista.
Para comprender el rumbo y la dinámica de la sociedad burguesa que se organiza económicamente a través del capitalismo, los teóricos de Frankfurt parten de la síntesis de grandes concepciones críticas previas a la conformación del Instituto, fundamentalmente las de Marx y Freud aplicadas al estudio de la relación entre racionalidad-irracionalidad y sus efectos sociales e históricos.
Ante el proceso de “funcionalización del pensamiento” en la Academia, los exponentes de Frankfurt plantean devolver a la filosofía la tradición de la crítica, con un pensamiento “desacomodado”, que siente malestar por el orden establecido, y se resiste a funcionalizar también la crítica.
Frente al ascenso de los totalitarismos y de la Industria Cultural (IC), frente al despliegue de la racionalidad instrumental, que crean las bases para una sistemática destrucción de lo que importa, los intelectuales de la Escuela de Frankfurt se propusieron leer a contrapelo, recobrar la memoria, indagar, interrogar, desde el malestar que sentían.
Percepción aguda de la aceleración de la historia y perentoria necesidad de crítica ante los cambios radicales que estaban ocurriendo. De qué manera las conciencias más lúcidas pueden echar luz sobre ese mundo en abrupto cambio.
Una generación que vio cómo todo un mundo conocido se caía literalmente a pedazos durante la Primera Guerra Mundial y que se dispuso a pensar esa situación impensable: la bancarrota de la Modernidad ilustrada.


-Revitalización de la tradición romántica contra el triunfo de la racionalidad instrumental y técnica del mundo, del orden burgués racional, la enajenación.
-Pensamiento del malestar. Puesta en cuestión del lugar hegemónico de la razón.
-Sensibilidad anticapitalista, que apela a la nostalgia por experiencias precapitalistas (paraíso perdido, comunismo primitivo). Crisis de los supuestos científicos de la Modernidad (física newtoniana por física de la relatividad, etc.). Paul Ricoeur llama “maestros de la sospecha” (Marx, Nietzsche, Freud) a quienes pueden poner en cuestión los cimientos de la Modernidad.
-Desarrollo de la Teoría Crítica: desde los años 20/30 incluye la producción intelectual de autores tan diversos como Horkheimer, Pollock, Fromm, Adorno, Marcuse, Benjamin, Habermas…


2. APROXIMACIONES AL ASCENSO DEL FASCISMO:
El ascenso del fascismo es el gran problema que enfrenta la Teoría Crítica. Ante él, surgen al menos tres hipótesis muy distintas.

a. RAZON TÉCNICA
Dinámica sociohistórica: Ilustración/dominación.
Al ampliarse el conocimiento, los humanos aumentan su dominio sobre la naturaleza y subordinan el mundo natural al control técnico. Las creencias míticas y animistas desaparecen a favor de una razón científica e instrumental que objetiva al mundo desde el punto de vista del control técnico. Los seres humanos también son parte de ese mundo objetivado. La mercantilización de la fuerza laboral realza su subordinación a la lógica de la dominación.
Pero la naturaleza humana se resiste a la subordinación completa, se rebela contra los procesos de objetivación, racionalización y burocratización propios del mundo moderno. Esta es la rebelión instintiva que explota el fascismo. Los líderes fascistas aprovechan la ira y la ansiedad reprimidas de las masas y movilizan esos sentimientos irracionales, agitándolos por medio de ataques frenéticos sobre grupos excluidos y transformándolos en un nuevo mecanismo para dominar a los mismos individuos cuya rebelión casi instintiva fue el origen del éxito fascista.

b. PERSONALIDAD AUTORITARIA
Desde la década del 30 los investigadores de la Escuela de Frankfurt aplicaron la teoría crítica para explicarse el problema más urgente y desesperado: el ascenso del fascismo. Fracaso del marxismo tradicional para explicar la renuencia del proletariado para desempeñar su rol histórico.
Aportes del psicoanálisis. Erich Fromm dirige una investigación colectiva en los años 30 para la que se realizaron más de 3000 cuestionarios entre trabajadores sobre educación, trabajo, la guerra inminente y la ubicación del poder en el Estado. Las respuestas eran analizadas a la manera de cómo un psicoanalista escucha las asociaciones de un paciente: palabras clave, expresiones recurrentes.
Resultados: el 10% tenía carácter autoritario, un 15% era antiautoritario (revolucionario, luego democrático) y el resto era ambiguo, (“altamente ambivalente”). Conclusión: la clase obrera alemana opondría mucha menos resistencia a una toma del poder por parte de la derecha de lo que su ideología dominante daba a entender (fracaso de la revolución alemana).
Respuesta ante la subestimación del marxismo clásico de la esfera política: capitalismo de Estado, rol del control gubernamental. El Estado fascista provenía de la sociedad: la violencia y la razón totalitarias surgen de la sociedad existente. La autoridad política que dominaba al hombre moderno se estaba volviendo cada vez más irracional. En la etapa monopolista del capitalismo, disminuye la racionalidad (legal, burocrática) de la autoridad política. El liberalismo produce el Estado autoritario total como su propia consumación en una etapa más avanzada de desarrollo. El liberalismo había muerto. Transformación de las ideas liberales de libertad y autoridad en su heredero totalitario. Y el futuro contenía solo el autoritarismo totalitario de derecha o el colectivismo liberador de izquierda.

c.    EXPERIENCIA MODERNA Y SHOCK
En el artículo de S. Buck-Morss, “Estética y anestésica: una reconsideración del ensayo sobre la obra de arte” (en Walter Benjamin: escritor revolucionario, Buenos Aires, Interzona, 2005) se plantean algunas ideas sobre percepción y shock en la experiencia moderna que pueden ser útiles para leer a Benjamin.
Él habla de una "atrofia de la percepción" como parte de las transformaciones de la Modernidad. “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” es generalmente considerada una afirmación de la cultura de masas y de las nuevas tecnologías a través de las cuales es diseminada. En efecto, Benjamin pondera el potencial cognitivo, y por ende, político de las experiencias culturales tecnológicamente mediadas (privilegiando particularmente al cine).
La comprensión benjaminiana de la experiencia moderna es neurológica. Tiene su centro en el shock. Aquí, Benjamin confía en un hallazgo de Freud, la idea de que la conciencia es un escudo que protege al organismo frente a los estímulos –energías demasiado grandes- del exterior, impidiendo su retención, su huella como memoria:

La amenaza de esas energías es la del shock. Cuanto más habitualmente se registra en la conciencia, tanto menos habrá que contar con su repercusión traumática”.

Bajo tensión extrema, el yo utiliza la conciencia como un amortiguador, bloqueando la memoria, por lo que la experiencia se empobrece. El problema es que en las condiciones del shock moderno –los shocks cotidianos del mundo moderno-, responder a los estímulos sin pensar se ha hecho necesario para la supervivencia.
Benjamin quería investigar la “fecundidad” de la hipótesis de Freud: que la conciencia detiene el shock al impedirle penetrar con la profundidad suficiente como para dejar un rastro permanente en la memoria. Freud estaba interesado en la neurosis de guerra, el trauma nervioso y mental originado en los campos de batalla en la Primera Guerra Mundial.
Benjamin sostenía que esa experiencia productora de shock del campo de batalla “se ha convertido en norma” en la vida moderna.
Percepciones que antaño ocasionaban una reflexión consciente son ahora el origen de impulsos de shock que la conciencia debe parar. En la producción industrial, no menos que en la guerra moderna, en las multitudes en las calles y en encuentros eróticos, en parques de diversiones y en casinos, el shock es la esencia misma de la experiencia moderna.
En ninguna parte es más obvia la función de la mímesis como reflejo defensivo que en la fábrica, en donde “aprenden los obreros a coordinar ‘su propio movimiento al siempre uniforme de un autómata’. La pieza trabajada alcanza ese radio de acción (el del obrero), sin contar con la voluntad del obrero. Y se sustrae a éste con igual obstinación”.
La explotación debe ser entendida como categoría cognitiva, no como categoría económica: el sistema fabril, dañando cada uno de los sentidos, paraliza la imaginación del trabajador. Su trabajo “se hace impermeable a la experiencia”, la memoria es reemplazada por respuestas condicionadas, el aprendizaje por el “adiestramiento”, la destreza por la repetición.
Al final del ensayo de Benjamin sobre la obra de arte, el autor advierte sobre la disyuntiva: estetización de la política o politización del arte. Hace sonar una alarma. El fascismo es una “violación del aparato técnico” paralela de su violento intento de “organizar las masas recientemente proletarizadas”, no dándoles lo que les corresponde sino instando a que se expresen en favor de las condiciones de propiedad”. “En consecuencia, desemboca en un esteticismo de la vida política. (…) Todos los esfuerzos por un esteticismo político culminan en un solo punto. Dicho punto es la guerra”. Benjamin está escribiendo durante los primeros años de las aventuras militares del fascismo: la guerra colonial de Italia en Etiopía; la intervención de Alemania en la Guerra Civil Española. Sin embargo, Benjamin reconoce que la justificación estética de esta política ya estaba disponible a comienzos de siglo. Como veremos en la próxima unidad sobre Vanguardias (Unidad IV) los futuristas italianos, justo antes de la Primera Guerra, articularon por primera vez el culto a la guerra como forma estética.
Para Benjamin, la alienación sensorial está en el origen de la estetización de la política, estetización que el fascismo no inventó sino que simplemente administra. La repuesta comunista a esta crisis es la “politización del arte”, que implica algo más que simplemente hacer de la cultura un vehículo de propaganda comunista.


3. RELACIÓN CON EL MARXISMO
Estos intelectuales recurren al marxismo no como cosmología sino como método.
“En lugar de tratar de encuadrar dogmáticamente las condiciones históricas actuales dentro de la teoría marxista, aplican el método de Marx al presente, y su crítica de los fenómenos psicológicos más contemporáneos de la sociedad burguesa del momento” (IC, medios de comunicación, conformismo), más que el clásico análisis del trabajo asalariado. El análisis de la dominación autoritaria también podía aplicarse a las sociedades comunistas.
Algo característico de la gran mayoría de los autores frankfurtianos (sobre todo de la primera generación, incluyendo a Benjamin, a Adorno, Horkheimer, Löwenthal, Marcuse), es su intento por aportar a la construcción de una teoría materialista que dé cuenta también de los fenómenos culturales en vínculo con los sociales.
Buck-Morss señala la influencia de Marx y de Freud en el pensamiento de Frankfurt. Aunque la influencia del materialismo es fuerte en Adorno (incluso se lo trata de defender como un verdadero heredero del legado teórico de Marx), hay que decir que “a lo largo de toda su vida se diferenció fundamentalmente de Marx porque su filosofía jamás incluyó una teoría de la acción política” (p. 70).
La difícil coyuntura histórica que atravesaban fue interpretada por este grupo como señales de que el potencial revolucionario que Marx había discernido en las sociedades modernas podía ser contenido, bloqueado o desviado con fines reaccionarios.
Retomar a Marx para pensar la nueva situación: si Marx describió el funcionamiento de un capitalismo que en sus albores promovía el librecambio porque se sustentaba en la pequeña propiedad; lo que se observaba en las primeras décadas del siglo XX era la configuración de un capitalismo en el que primaban las empresas monopólicas; un capitalismo que -en la terminología de Lenin, por ejemplo- había entrado en su etapa “imperialista”.
Según Martin Jay, es esta nueva configuración capitalista la que abre el camino a la formulación del primer programa de investigación de la Teoría Crítica.
Axel Honneth habla de una suerte de “marxismo interdisciplinario” presente en este programa de investigación de la Teoría Crítica. Este programa comprendía tres campos teóricos que funcionaban de modo “separado” pero para dar cuenta de la “totalidad” de la sociedad capitalista: uno correspondiente al ámbito de la “economía política”, sustentado en la teoría del “capitalismo monopolista de Estado” desarrollada por Frederic Pollock (tal vez el “economista” más prominente de la primera generación de esta “escuela”); el segundo llevado a cabo en el ámbito de la “psicología social” a partir de los desarrollos realizados por Erich Fromm en torno a la constitución de la “personalidad autoritaria”; y el tercero que se adentraba en el terreno de la “cultura de masas”.

Crítica de Adorno al marxismo: el rol del proletariado
En el acercamiento de Adorno a Marx fue decisivo el libro de Georg Lukács (1885-1971) Historia y conciencia de clase. Sin embargo, Adorno no compartía conceptos como el de historia, como progreso, ni tampoco su idea de que el proletariado era el sujeto-objeto de la historia.
Crítica de algunas posiciones de Lukács porque ya en los años ‘30 -para estos autores- se vislumbraba el proceso de “cooptación del proletariado” por parte del fascismo y ello suponía la pérdida del tradicional “sujeto de la transformación” del marxismo.
No es que los autores de Frankfurt hayan dejado de pensar que las vidas de los sujetos no se desarrollaran en un modo de producción capitalista, pero el hincapié al explicar los procesos de alienación social estuvo más puesto en la expansión de una “racionalidad instrumental” que en la expansión de un “fetichismo” de la mercancía.
Esta evaluación se acentuaría en la obra de posguerra tanto de Adorno como de Horkheimer, una vez abandonadas las “esperanzas” en la posible acción revolucionaria del proletariado ya durante la Segunda Guerra Mundial.
Eso explica su posición de intelectuales “independientes”, “críticos” con las propias clases subalternas.


4. EL ARTE COMO CONOCIMIENTO
Benjamin y Adorno consideraban el arte como una forma de conocimiento científico. Adorno se pensó siempre a sí mismo como artista, además de filósofo (estudió composición musical con Alban Berg). “Desafiaban un dualismo fundamental del pensamiento burgués: la oposición binaria entre la ‘verdad’ científica y el arte como ‘ilusión’”, característica del pensamiento burgués desde el siglo XVII (Buck-Morss, p. 18).
Como señala Martin Jay en su libro La imaginación dialéctica, para los investigadores nucleados en torno del Instituto de Frankfurt el tema artístico era a la vez social e individual y las obras de arte expresaban tendencias no previstas por sus creadores. Oponiéndose a la tradición de las ciencias culturales alemanas que tendían a considerar la historia intelectual en un vacío social, estos filósofos atacaban la oposición entre la cultura como una esfera superior del esfuerzo humano y la existencia material como un aspecto inferior de la condición del hombre (perspectiva idealista). Veían entonces los cambios en la recepción del arte como un campo válido de investigación, distinguiéndose de los marxistas ortodoxos en su negativa a reducir los fenómenos culturales a un reflejo ideológico de los intereses de clase.
Así, consideraban que tanto la creación artística como la apreciación subjetiva del arte estaban limitadas por factores sociales. Como señaló Adorno en su trabajo sobre el fetichismo en la música, la noción liberal de gusto individual había sido socavada por la liquidación gradual del sujeto autónomo en la sociedad moderna. (Defensa en Adorno de la autonomía artística como espacio de libertad no minado por la lógica mercantil. Relación con la concepción de autonomía en Bourdieu).
Benjamin intuye en la década del ‘30 la revolución que, para el arte tradicional, significarían los nuevos medios como el cine, la caricatura o la fotografía -fenómenos a los que entonces se consideraba menores artísticamente-. Pero su entusiasmo ante las potencialidades de estas formas marginales, nunca está exento de nostalgia por las huellas de un mundo desaparecido.


5. LOS TRES BENJAMIN
Se suele hablar de los tres Benjamin para referirse a las tres tradiciones de pensamiento que confluyen en él, y que pueden resultar incompatibles para otros (como Adorno):
·         Marxismo (relación con Brecht). Revolución.
·         Cábala judía (relación con Scholem). Mesianismo en el centro de su concepción del tiempo y de la historia.
·         Romanticismo (nostalgia de formas precapitalistas. Arte, conocimiento y praxis). Aspiración a una nueva religión y un nuevo socialismo. Ataque a la ideología del progreso en nombre de la revolución.
Agregaría otro gran impacto sobre la sensibilidad de Benjamin:
·         Relación con las vanguardias artísticas, dadaísmo, surrealismo y productivismo ruso.

En esta perspectiva, una de las características de la producción teórica de Benjamin se basó en reunir tradiciones en apariencia incompatibles, como el marxismo y el mesianismo, las vanguardias artísticas y la cábala judía, la Revolución y la nostalgia.
Influencias intensas en los diálogos con sus amigos: misticismo judío de su amigo Gershom Scholem; marxismo de Bertolt Brecht, Adorno, etc. Los “tres” Benjamin, relativos a la proximidad intelectual al momento de producir un texto, no deben tomarse como etapas incompatibles sino influencias superpuestas. Digámoslo así, si un “primer Benjamin” encontraba una fuerte influencia teológica al calor de su amistad con Gershom Sholem, y un “segundo” se volcaba más de lleno a una interpretación marxista gracias a su afinidad intelectual con Bertolt Brecht alrededor de 1929; el “tercero” -al que pertenece este momento, cercano a su muerte- intentará combinar ambos elementos (teología y marxismo) a la luz del vínculo con Theodor Adorno.
Se suelen pensar tres etapas en la trayectoria de Benjamin:
-El momento romántico del joven Benjamin //
-El período materialista entre 1933-35//
-La vuelta final al mesianismo, “premonición histórica de las amenazas del progreso” (Löwy, p. 23). Filosofía de la historia y crítica radical a la idea de progreso. (En esto no solo tiene que ver la experiencia del ascenso del fascismo sino su distanciamiento con el estalinismo. Pacto soviético-alemán como último golpe a esa ilusión.)
No son tanto etapas distintas como intereses o afinidades que él intenta poner en relación dialéctica y hacer converger: teología y marxismo, polo político/polo místico. Dualidad consciente: el rostro de Jano (deidad romana de dos rostros).
“Esquizofrenia intelectual” que exasperaba a Adorno quien quería rescatar a su amigo tanto del materialismo brechtiano como de la teología judaica.
Pesimismo de la razón, optimismo de la voluntad (Gramsci). La revolución no es un resultado inevitable o natural del progreso económico o técnico (crítica al marxismo vulgar) sino la interrupción de una evolución histórica que lleva a la catástrofe.
Organización del pesimismo: Benjamin llama a un pesimismo activo, organizado, práctico, volcado al objetivo de impedir por todos los medios el advenimiento de lo peor.
Filosofía pesimista de la historia. Apuesta sobre la posibilidad de una lucha emancipatoria.


6. IMÁGENES DIALÉCTICAS COMO MÉTODO BENJAMINIANO
Marginal del mundo académico, Walter Benjamin transcurre su vida en diáspora, viajando. Encarna en sus derivas la figura del flaneur que analiza en su texto sobre Baudelaire. Romper con dogmas y trabajar en los márgenes. Partir por partir. Conocer una ciudad perdiéndose en ella. Escritura de la dispersión, fragmento, resto, lo inconcluso. Pensamiento del laberinto y el pasaje. Imágenes fantasmagóricas de un mundo en estado de catástrofe.
Benjamin dejó inconcluso -al suicidarse en 1940, arrinconado por la persecución nazi en la frontera franco-española- el Libro de los Pasajes, una obra vasta y ambiciosa que había comenzado a preparar en 1927. En ese desmesurado proyecto de escritura se proponía, a través de la reunión de notas con observaciones e intuiciones, impresiones dispersas, citas y fragmentos propios y ajenos, comprender las transformaciones del capitalismo en el siglo XIX a partir de la aproximación a la entonces incipiente cultura de masas y la experiencia urbana. El pasaje como utopía pero también como infierno. El espacio concreto de sus rastreos fue, inicialmente, el de los pasajes, calles peatonales cubiertas por estructuras de hierro y vidrio, que concentraban la actividad comercial de París. Construidos a principios del siglo XIX y antecedentes de las galerías comerciales o los más recientes shoppings, los pasajes se presentaban como la promesa de la absoluta disponibilidad o mejor el ensueño del consumo y el acceso a todos los bienes.
Benjamin pretendía encontrar allí las contradictorias señales de que “el capitalismo fue una manifestación de la naturaleza con la que le sobrevino un nuevo sueño a Europa y, con él, una reactivación de las energías míticas”. “El Libro de los Pasajes -explica Susan Buck-Morss- fue pensado para poner la teoría en práctica literaria”. Intentaba apropiarse de las nuevas técnicas del cine, para poder hacer concesiones al distraído público, para mostrarle cómo y por qué la realidad había devenido un compuesto de ilusiones.
Fantasmagoría: término originado en Inglaterra en 1802, como nombre de una exhibición de ilusiones ópticas producidas por linternas mágicas. Describe una apariencia de realidad que engaña los sentidos por medio de la manipulación técnica. El concepto de "fantasmagoría" en Walter Benjamin es una relectura en clave social y cultural de la noción marxiana de "fetichismo de la mercancía".
El siglo XIX hace de la realidad misma un narcótico. Así como en el siglo XIX se multiplicaron las nuevas tecnologías, también se multiplicó el potencial para los efectos fantasmagóricos.
Interiores burgueses del siglo XIX: los amoblamientos proveían una fantasmagoría de texturas, tonos y placer sensual que sumergía al habitante del hogar en un ambiente total, un mundo de ensueño privatizado que funcionaba como escudo protector para los sentidos y las sensibilidades de la nueva clase dominante.

Libro de los pasajes: registro de la diseminación de formas fantasmagóricas en el espacio público: los pasajes de París, donde las hileras de vidrieras creaban una fantasmagoría de mercancías en exhibición; panoramas y dioramas que engullían al espectador en un fingido ambiente total en miniatura.
El papel del arte en este desarrollo es ambivalente dado que, bajo estas condiciones, la definición de “arte” como experiencia sensual que se distingue precisamente por su separación de la “realidad” se hace difícil de sostener. Gran parte del “arte” ingresa en el campo de la fantasmagoría como entretenimiento, como parte del mundo de las mercancías.
El método de trabajo encarado por Benjamin, su propósito político y su potencial poético encuentran su entrecruzamiento en la construcción de imágenes dialécticas. Esto es, imágenes con el poder de provocar en la mirada de los otros –sus lectores– un despertar de la conciencia política, “descubriendo aquella constelación de orígenes históricos que tienen el poder de hacer explotar el continuum de la historia”, el unívoco relato de los vencedores. Buscaba en su afanosa arqueología aquellas imágenes del pasado que echasen luz sobre el presente y reactivasen una energía utópica y crítica que habría quedado adormecida o desplazada. “En la imagen dialéctica, el presente como momento de la posibilidad revolucionaria actúa como estrella polar para la conjunción de fragmentos históricos”.
Cuando Benjamin se pregunta en el Libro de los Pasajes “de qué modo es posible articular una elevada claridad gráfica con la ejecución del método marxista”, su primera respuesta es que se trata de “incorporar el principio del montaje a la historia”. El montaje, recurso constructivo que compone imágenes nuevas y sorprendentes, incluso desconcertantes, a partir de la superposición de otras ya existentes, fue investigado por las primeras vanguardias con intenciones desmitificadoras y críticas, y devino en poderosa herramienta política.
Relación del principio constructivo del Libro de los pasajes con la idea de montaje de la vanguardia.
Las imágenes dialécticas pretenden iluminar lo nebuloso. Más que aplanar en la palma de la mano, la sensación de estar dando manotazos en el aire.
En lugar de evitar los extremos de la teología positiva o el materialismo, las imágenes dialécticas concentran rasgos de ambos a la vez.


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viernes, 19 de septiembre de 2014

Guía de Teórico 6 (Unidad 2 y 3)

CAMPO ARTÍSTICO Y LITERARIO EN ARGENTINA

La emergencia y consolidación del campo artístico y la profesionalización del artista en Argentina (comparación entre Francia y Argentina).

Laura Malosetti Costa es autora de Los primeros modernos. Arte y sociedad en Buenos Aires a fines del siglo XIX, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2001, 455 páginas.
Allí analiza las producciones e intervenciones de un grupo de pintores argentinos conocido como la “generación del ’80”.
Malosetti recurre a herramientas conceptuales provenientes de un vasto marco que va desde los “modos de ver” del crítico y escritor inglés John Berger, pasa por los infaltables R. Williams y P. Bourdieu, incluye a T. Clark, Th. Crow, E. Said, R. Rydell, y las consideraciones acerca del estilo del historiador del arte polaco, Jan Bialostocki.
La autora propone leer las obras de arte no sólo como repertorio de recursos formales sino, fundamentalmente, como intervenciones complejas, como artefactos culturales que delinean estrategias: esto es, entenderlas como “gestos deliberados que resultan de una toma de posición respecto de las problemáticas del arte, la política y la sociedad en el medio al que pertenecían [los artistas] y que constituía su permanente punto de referencia”.

Campo artístico argentino:
- Grupo de pintores: Schiaffino, Sívori, De la Cárcova,
- Surgimiento de instituciones específicas: SEBA (Sociedad Estímulo de Bellas Artes), Ateneo. 1896: MNBA (Museo Nacional de Bellas Artes). 1911, SN
- Idea de la pintura como arte (y ya no como artesanía)
- Profesionalización del pintor (rol del Estado como mecenas)

Situación previa: fin de la “conquista del desierto”. Inmigración europea masiva. Relación entre clase dominante y elite intelectual. Ley de Residencia. Modernización. Clase media: fuera de la órbita elitista. (Varios de estos pintores son hijos de inmigrantes).
Viaje a Europa como instancia obligada de formación.
Talleres, debates.
Vínculos de este grupo de pintores con el proyecto de la generación del 80: imágenes para civilizar la nación, Imaginario nacional.
Misión: educar el buen gusto y contra el pasado bárbaro.
Elite intelectual que piensa que Bs As puede ser capital internacional del arte.
Resistencia de la crítica, incomprensión del público.

La profesionalización del pintor
La hipótesis que sustenta el libro es que a fines del siglo XIX “ocurre la emergencia, apogeo y crisis de un proyecto llevado adelante por una formación, y que la existencia de ese proyecto y de esa sociedad de artistas articula y otorga una coherencia que hasta ahora no ha sido puesta en evidencia, entre aquellas prácticas y las imágenes que crearon esos artistas”.
El esfuerzo de la empresa realizada por Laura Malosetti en “un campo hasta ahora marginal en el panorama de los estudios culturales del período, el de las artes plásticas”, es en cierta medida análogo y a la vez deudor reconocido de los trabajos pioneros de David Viñas y de Beatriz Sarlo-Carlos Altamirano sobre la constitución del campo literario y el proceso de profesionalización del escritor en Argentina. A diferencia del escritor, la figura del pintor no contaba con el prestigio de una actividad intelectual, sino que era apenas considerado un oficio en el que la habilidad se demostraba en la copia fiel de la “realidad”.
A mediados de la década de 1870, un núcleo de pintores inventa en nuestro medio “la vida de artista”. Schiaffino, Sívori y otros jóvenes artistas se agruparon en la SEBA (Sociedad Estímulo de Bellas Artes), la primera agrupación independiente de artistas con características modernas, que “llevó a los artistas plásticos a tomar la delantera en términos de profesionalización de sus actividades”. Con un programa explícito, de intervención autoconsciente, no sólo se abocaron a alentar la aparición de las primeras instituciones del campo, que funcionaron como ámbitos de sociabilidad y de legitimación, sino a la intervención pública a través de la difusión de ideas y polémicas en la prensa. También sus obras eran parte de este programa: Schiaffino escribía que buscaba “defender en mis cuadros los derechos del artista”.
La lectura que propone el libro se instala, entonces, “entre un entramado de relaciones y decisiones colectivas que van produciendo un campo artístico, y la presencia de ciertos artistas y de ciertas obras clave que significaron avances decisivos en la formación y fortalecimiento de esas redes y circuitos”.

Imágenes para civilizar la Nación
Dentro de los procesos de construcción de un imaginario nacional, el libro se aboca a la detección de aquellos nudos problemáticos de la cultura del período que posibilitan articular y dar sentido al momento inaugural de la modernidad del arte argentino.
En torno al concepto clave de “civilización”, el libro rastrea tanto las ideas como las representaciones icónicas, y el modo en que fueron leídas por la crítica y (en la medida en que ello puede reconstruirse) por el público de su tiempo:
“Nuestros pintores pretendieron operar activamente con la difusión de sus obras [sobre la esfera de la civilización]. Pretendían ‘educar el buen gusto’, ‘inculcar ideales’, ‘enseñar verdades que dicta el espíritu’, erradicar no sólo la ignorancia y el ‘mal gusto’ de las masas ‘inertes’ y de los nuevos burgueses materialistas sino también los hábitos violentos de un pasado ‘bárbaro’”.

Como volvería a ocurrir –casi un siglo más tarde– en la década de 1960, la elite intelectual sostuvo entonces con rotundo optimismo que Buenos Aires podía llegar a ser la capital futura del arte mundial. Esa ambición definió estrategias y posicionamientos que hoy pueden resultar cargados de ingenua desmesura.
Y también, como en los años ’60, fue evidente la dificultad de los críticos para aproximarse conceptualmente a lo nuevo. Con la excepción del escritor entonces vinculado al socialismo Roberto J. Payró (y sus textos en defensa de Schiaffino), la incomprensión de la crítica contemporánea frente al proyecto moderno fue por momentos unánime.

Periféricos cosmopolitas.
La lectura en términos de centro/periferia, coloca a las producciones realizadas en el margen en términos de retraso, pobreza, lejanía. Hay que considerar desde una “perspectiva polivalente” como la que proponen Ginzburg y Castelnuovo que no se trata de difusión sino de conflicto. Y considerar las relaciones entre fenómenos artísticos/extraartísticos en la complejidad de cada situación.

Diferencias con la emergencia del campo artístico francés como lo describe Bourdieu: inexistencia de las instituciones. Relaciones entre proyecto artístico y proyecto político de la generación del ‘80.

Itinerarios de la pobreza.
Figura del dandy (Viñas habla del gentleman para la literatura).
Pintores que no renuncian a su pertenencia a la elite oligárquica pero a la vez adhieren a ideas socialistas o anarquistas.
Obra disociada entre el gusto burgués (¿Mercado?) y sus ideales políticos. Naturalismo, pobreza urbana.
Sin pan y sin trabajo (1894) De la Cárcova, expuesta en El Ateneo.
Debate con Juan B. Justo en La Vanguardia:
  • Rechazo del medio expresivo (óleo) inadecuado para comunicarse con el pueblo.
  • Contraste con retrato de señora de elite.
  • Ámbito donde se exhibe (Ateneo)

Segunda recepción (1904) feria de Saint Louis, EEUU.
Exposición Universal. Envío oficial de Schiaffino. Gran Premio. Imagen simbólica apropiada por una audiencia popular en un contexto industrializado y sindicalizado. Se activa una lectura política.
R. Giudici, La sopa de los pobres. Antítesis del cuadro comercial. Único destinatario, un museo (lo compra el Estado).
Distintas condiciones del campo, el Estado, la institución, el arte “moderno” entre Europa y América Latina.
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La profesionalización del escritor en Argentina
Jorge Rivera, El escritor y la Industria Cultural

Datos de alfabetización, escolaridad y cantidad de obras publicadas: números crecientes entre 1900-1930.
Aparece la idea de la literatura como trabajo remunerado.

Situación previa:
Ediciones: los escritores pagaban sus ediciones. Circulación restringida.
Biblioteca La Nación: clase media ilustrada.
Stella, de César Duayén. Best-seller: Nueva generación de escritores.
Nuevos lectores.
Circuitos menos prestigiosos: folletín y kiosco.
Tradición selectiva: nuestros maestros de la literatura argentina.

La forja del escritor profesional
Tipología del escritor heredero y el escritor profesional.
Ángel de Estrada. Gran fortuna personal. Viaja, estudia y dispone de ocio suficiente para producir una obra estetizante. Obra de circuito necesariamente restringido. La intención económica no aparece o no existe. Modelo aristocrático: pequeñas ediciones de lujo, dedicadas. “Mensajes del espíritu”.

Horacio Quiroga: colabora con Caras y Caretas desde 1905. El medio le impone la forma (cuento breve). Exigencia que impone un replanteo de la economía narrativa. Carácter dominante: escribe por la motivación económica. Tirajes masivos de revistas que llegan a miles de anónimos.
Quiroga reflexiona sobre su oficio y su salario. Dedicado a múltiples negocios. Relación madura y profesional con los editores. Vive de lo que escribe (1911), entre Caras y Caretas y los folletines.

Fragmentos:
-La defensa de la propiedad literaria como un bien (mercancía). (Prevalece el sistema de compra y cesión de derechos aunque en 1910 se implementa la Ley de Propiedad Intelectual y Artística).
-Aumento de la “cotización” de los escritos literarios.
-Dificultades para cobrar a los editores de revistas.

Proceso de configuración y consolidación de la Industria Cultural: los escritores y artistas advierten que “valen lo que su obra vale”. Se empieza a vivir del trabajo intelectual y artístico, aunque se depende del “segundo empleo” y los favores oficiales (viajes, becas, comisiones, cátedras, etc.).

Florencio Sánchez: ubica su producción con facilidad y saca ganancias de ella.
Concepción antiutilitarista (o lógica antieconómica, según Bourdieu) (ver el arte y las letras como actividades por fuera de los imperativos materiales y las exigencias de pago) tenía arraigo y vigencia en nuestro medio. Predican la necesidad de no contaminar los trabajos intelectuales con especulaciones mercantilistas.
Primer número de Revista La Montaña (1897) (Ingenieros/Lugones). “Ya no queremos vender lo mejor de nosotros. Dejaremos las exposiciones, los salones y los teatros (mercados de especulación)”

Otra posición. Conciencia más lúcida del problema y puntos de vista menos prejuiciosos. Activo movimiento de reivindicación profesionalista, relacionado con la Industria Cultural.

Instituciones, formaciones: Surgimiento de asociaciones gremiales profesionales: Sociedad de Escritores, Sociedad de Autores Dramáticos, Sociedad de Autores y Compositores.
Círculo de Prensa: libertad de prensa, derechos gremiales.
Consiguen organizarse de manera más rápida y efectiva aquellos sectores individuales y artísticos vinculados más estrechamente con la Industria Cultural masiva, un mercado de consumo concreto, una concepción menos sacralizada del objeto producido.

Inserción en la Industria Cultural y crisis de realización
Nueva inserción de los escritores en la Industria Cultural (folletines, adaptadores): provoca una crisis de las ilusiones perdidas. Dos ingredientes:
1-    Algunos escritores sostienen una concepción elitista, aristocratizante (modelo clásico, iniciático)
2-    Criterios más pragmáticos y utilitarios.

CHOQUE ENTRE PROYECTO Y REALIDAD: esta concepción choca con las posibilidades reales de los medios de comunicación de masas. Criterios más pragmáticos y utilitarios.
Profesionalización, mecenazgo y patronato.
Franja de escritores hundidos en la bohemia. Marginalidad (oposición a grandes redacciones o empleos oficiales típicos de la “carrera de escritor”).
-          Roberto Arlt: escritor como operario. Oficio de escribir.

Diferencias con análisis del campo literario francés (Bourdieu): la profesionalización en relación a la naciente Industria Cultural como consolidación del oficio de escribir (para escritores no herederos).

Posiciones del campo literario
Elitista                        bohemia        profesionales (escritor como operario)

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UNIDAD III

La mirada de la Escuela de Frankfurt sobre la Industria Cultural
Los medios de comunicación de masas en la configuración de lo popular moderno. El debate sobre la industria cultural, la sociedad de masas, ideología y poder en la Escuela de Frankfurt.

Bibliografía obligatoria

P 7: Horkheimer, Max y Adorno, Theodor, “La industria cultural”, en: Dialéctica del iluminismo, Buenos Aires, Sudamericana, 1987.

P 7: Adorno, Theodor, “La transparencia del film”, en: revista Kilómetro 111, nº 6, 2006, Buenos Aires (pp. 97-103).

P 6: Benjamin, Walter, “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, en: Discursos interrumpidos I, Buenos Aires, Taurus, 1989.

T 6: Benjamin, Walter, “Sobre el concepto de historia”, en: Estética y política, Buenos Aires, Las Cuarenta (pp. 135-158).

T 6: Löwy, Michael, “Romanticismo, mesianismo y marxismo en la filosofía de la historia de Walter Benjamin”, en: Aviso de incendio,  Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2002, pp. 11-36.

T7: Buck-Morss, Susan, "Prefacio" y Capítulo 9: "El debate Adorno-Benjamin", en: Origen de la dialéctica negativa, México, Siglo XXI, 1981 (pp. 11-18 y 279-301). (Reedición: Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2011)



1. LA ESCUELA DE FRANKFURT Y SU CONTEXTO HISTÓRICO

El Instituto de Investigación Social de la Universidad de Frankfurt surge entre 1923/1924 en el marco de los acontecimientos que desde los años ‘20 se producen en Europa (período de la primera Posguerra) y se plantea la necesidad de desarrollar “una reflexión global sobre los procesos que consolidan la sociedad burguesa-capitalista y el significado de la teoría ante tal consolidación” (Muñoz, B. “Escuela de Frankfurt: Primera Generación”).
Puede considerarse que es a partir de 1932 cuando se produce la “génesis” de la Escuela de Frankfurt bajo la dirección de Max Horkheimer.

Primera generación:
  • Theodor W. Adorno (1903-1969), Dialéctica de la ilustración (1944), Dialéctica Negativa (1966), Teoría estética, Minima Moralia.
  • Max Horkheimer (1875-1973) Teoría Crítica, Crítica de la razón instrumental.
  • Walter Benjamin (1892-1940) Iluminaciones, El libro de los Pasajes.
  • Herbert Marcuse (1898-1979), El hombre unidimensional (1954), Eros y civilización (1958).

Punto de partida: Max Horkheimer, “Teoría Tradicional y Teoría Crítica”, 1937, en la Revista de Investigación Social.

Contexto histórico de la década del 30. Crisis intelectual por la profunda transformación histórico social (la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la revolución rusa, la industrialización, el crecimiento urbano, la masificación y la emergencia de un tipo de producción cultural masificada; tecnología de una cultura deshumanizada; advenimiento del cine como experiencia nueva que produce una nueva sensibilidad; relación nueva entre el fascismo y la política, el fascismo y la estética. Supresión de los levantamientos revolucionarios en Europa a fines de la Primera Guerra. Ascenso del fascismo en Alemania. Holocausto: Fracaso de los proyectos utópicos de la modernidad.
Momento histórico (el paso de la década del ’20 -Revolución Rusa y las posibilidades emancipatorias de la República de Weimar; fin de la Primera Guerra Mundial- a la década del ’30 donde se consolida el fenómeno fascista). Percepción de época como un mundo en crisis, una cultura que se dirige a su propia destrucción, orfandad, urgencia en dar cuenta de lo que está pasando.

Éxodo del grupo. Migraciones.
Exilio en EEUU. Huida de Benjamin camino al exilio, previo paso por Berlín, Riga, Nápoles, París, Ibiza. Viaje a Moscú en los primeros ‘30: contacto con la revolución y las vanguardias artísticas. Situaciones de pobreza y pérdida. Suicidio de Benjamin en la frontera franco-española (1940).
Vuelta de Adorno, Horkheimer y otros a Alemania en la posguerra (1953).


2. SUSAN BUCK-MORSS y MICHAEL LÖWY: TRAYECTORIAS INTELECTUALES

Los otros dos autores que vamos a ver en las clases teóricas de esta Unidad son contemporáneos a nosotros.
Susan Buck-Morss es una filósofa e historiadora estadounidense que se ha interesado, particularmente, por el estudio de las obras de Walter Benjamin y Theodor Adorno. Algunos de sus libros en español más importantes son:
§  El origen de la dialéctica negativa. 1981 (1977), Siglo XXI editores. Reeditado por Eterna Cadencia en 2011.
§  Dialéctica de la mirada: Walter Benjamin y la dialéctica de los pasajes, 1995, Madrid: Visor.
§  Mundo soñado y catástrofe: la desaparición de la utopía de masas del Este y Oeste, 2005, Madrid: A. Machado libros.
§  Hegel y Haití: La dialéctica amo-esclavo, una interpretación revolucionaria, 2005, Buenos Aires: Grupo editorial Norma.
§  Walter Benjamin escritor revolucionario, Interzona, 2005.
Origen de la dialéctica negativa se propone reponer el proyecto filosófico de T. Adorno de la “dialéctica negativa” y su profunda afinidad o “amistad intelectual” con W. Benjamin, más allá de sus polémicas y diferencias. El libro, que explora los orígenes históricos de la teoría crítica, es producido en un momento álgido (1970-73) y señala las tensas relaciones entre un escéptico Adorno y la sublevación estudiantil de 1968 (“lo atacaron porque su teoría revolucionaria parecía no dejar lugar a la praxis revolucionaria”, p. 13). La propia autora es parte de ese clima: “Yo estudiaba en Tubinga y el desorden en la universidad en el verano de 1969 fue mi introducción a la teoría marxista en general y a Adorno en particular” (p. 13).

Michael Löwy (São Paulo, Brasil, 1938) es un sociólogo y filósofo marxista franco-brasileño. En 1971 publicó un libro clave sobre el pensamiento del Che Guevara. En 2001 fue coautor del Manifiesto Ecosocialista Internacional. Es especialista del hecho religioso y, en particular, del cristianismo de liberación o teología de la liberación. Algunos de sus libros más destacados en español son:
§  El pensamiento del Che Guevara México, Siglo XXI, 1971
§  Estrella de la mañana. Surrealismo y marxismo, Buenos Aires, El cielo por asalto, 2007 (en colaboración con Silvia Guiard)
§  Ecosocialismo. La alternativa radical a la catástrofe ecológica capitalista, Buenos Aires, Ediciones Herramienta y Editorial El Colectivo, 2011.

Aviso de Incendio es una lectura crítica de uno de los textos más herméticos de Benjamin, “Sobre el concepto de historia” (traducido también como “Tesis sobre la filosofía de la historia”), escrito poco antes de suicidarse para no caer en manos de la Gestapo.
Ambos textos abordan desde lugares distintos las diferentes tradiciones de pensamiento que Benjamin y Adorno articulan y que, en apariencia, pueden resultar contradictorias con las visiones del marxismo o del materialismo dialéctico, al abrevar en aspectos del misticismo judío, el romanticismo alemán, la filosofía de Kant, Platón…


3. CRÍTICA A LA RACIONALIDAD INSTRUMENTAL

“Después de Auschwitz es imposible escribir poesía, porque la belleza en su totalidad fue puesta en cuestión” (Adorno).

La gran cuestión: el ascenso de fascismo. La experiencia humana quebrada por la barbarie, un límite del cual es difícil o imposible salir. Límite de lo indecible, del pudor.

-       Rechazo del concepto de historia como progreso (ruptura con Hegel)
-       No identidad de razón y realidad (ruptura con Hegel)
-       Separar su filosofía de cualquier referencia al proletariado (ruptura con Marx)
CONCEPTO DE HISTORIA EN BENJAMIN
Poco antes de tomar la trágica decisión de suicidarse, Walter Benjamin escribió sus Tesis sobre el concepto de Historia (1940). Löwy sostiene que constituyen “uno de los textos filosóficos y políticos más importantes del siglo XX”. Cruce entre marxismo y mesianismo. Carácter enigmático, fragmentario y hermético, críptico de estas tesis de urgencia, a la vez lleno de imágenes, alegorías e iluminaciones. Imágenes utópicas mesiánicas y revolucionarias a la vez. Contra el marxismo vulgar (evolucionista), contra la socialdemocracia, contra la idea de progreso que predomina en los historiadores “historicistas”. Benjamin no concibe la revolución como resultado natural o inevitable del progreso económico y técnico, sino como interrupción de un proceso histórico que lleva a la catástrofe.
Síntesis de las tesis:
Tesis 1: el autómata y el enano: materialismo histórico y teología.
Tesis 2: Felicidad y salvación. “Hay un secreto acuerdo entre las generaciones pasadas y la nuestra”. Una débil fuerza mesiánica sobre la que el pasado tiene derecho.
Tesis 3. Nada está perdido en la historia.
Tesis 4: La lucha de clases también incluye confianza, valentía, humor, astucia y actúa desde la lejanía de los tiempos, poniendo en cuestión cualquier victoria de los dominantes.
Tesis 5: La verdadera imagen del pasado pasa súbitamente, relampaguea en un instante de cognoscibilidad.
Tesis 6: Articular históricamente el pasado significa adueñarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro. Peligro de ser convertidos en instrumento de la clase dominante. Ni siquiera los muertos están a salvo del enemigo, si éste vence, y no ha dejado de vencer.
Tesis 7: Tristeza/melancolía del historiador. Patrimonio cultural: la presa arrastrada por el triunfo de los amos. No existe documento de cultura que no sea a la vez documento de barbarie. Los grandes genios y la esclavitud sin nombre de sus contemporáneos. El materialista histórico tiene por misión pasar el cepillo a contrapelo por la historia.
Tesis 8: El estado de excepción es la regla. Los adversarios del fascismo lo combaten en nombre del progreso como ley histórica (estupor porque estas cosas sean posibles en pleno siglo XX: concepto errado de historia).
Tesis 9: Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.

Paul Klee, Angelus Novus

Tesis 10: Salirse de la concepción de la historia como progreso.
Tesis 11: Efecto del conformismo, nadar a favor de la corriente. Idea corrupta del trabajo en el marxismo vulgar como generador de riqueza. Origen de la tecnocracia del fascismo. Trabajo como explotación de la naturaleza y no de los hombres.
Tesis 12: La clase oprimida como sujeto del conocimiento histórico. Vengar a generaciones de vencidos (odio y sacrifico nutridos en los antepasados oprimidos, no en los descendientes libres).
Tesis 13: Concepción de progreso en la historia se asienta en un tiempo homogéneo y vacío.
Tesis 14: El objeto de la historia es el tiempo actual, el continuum de la historia.
Tesis 15: Disparar contra los relojes, hacer saltar el continuum de la historia, un nuevo calendario (los calendarios no miden el tiempo como relojes, son monumentos de conciencia histórica)
Tesis 16: El presente no es tránsito inmóvil.
Tesis 17: Contra la historia universal (cuyo procedimiento es la adición; una masa de hechos para llenar el tiempo vacío). Principio constructivo de la historiografía materialista: el pensamiento no solo es movimiento sino también detención. Mónada, cristalización de una constelación.
Tesis 18: El tiempo actual resume la historia entera de la humanidad.
A: El presente como tiempo actual en el que están dispersas astillas del tiempo mesiánico.
B: Los adivinos saben que el pasado está aprehendido en la memoria. Los judíos tenían prohibido investigar sobre el futuro, pero tenían obligación de memoria. Pero el futuro, en cada segundo, era la pequeña puerta por la que podía entrar el Mesías.

Impugnación de la idea de progreso.
Alarma de incendio: premonición histórica de las amenazas del progreso.

“Todo acto de cultura es al mismo tiempo un acto de barbarie” (W. Benjamin).
Todo proceso civilizatorio se funda en la derrota de otros y tiene una deuda impaga. La cultura leída no sólo sobre las magníficas pirámides, sino también sobre el sufrimiento olvidado de los miles y miles que las construyeron.
En el mismo sentido puede leerse un poema de Bertolt Brecht (1898-1956), gran amigo de Benjamin, titulado “Preguntas de un obrero que lee”:

Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿Quién la volvió a construir otras tantas?
¿En qué casa de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada la Muralla China ¿adónde fueron los albañiles? Roma la Grande está llena de arcos de triunfo ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares?
Bizancio, tan cantada ¿tenía sólo palacios para sus habitantes?
Hasta en la fabulosa Atlántida, la noche en que el mar se la tragaba,
los habitantes clamaban pidiendo ayuda a sus esclavos
El joven Alejandro conquistó la India.
¿El
solo?
César venció a los galos.
¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse
su flota ¿No lloró nadie más?
Federico II venció la Guerra de los Siete Años.
¿Quién la venció, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién pagaba sus gastos?
A tantas historias
Tantas preguntas

Son preguntas de un obrero consciente sobre los anónimos olvidados, los hombres comunes que construyeron, batallaron, cocinaron, sostuvieron con sus vidas las glorias de otros. Confronta con leer la cultura sólo desde la mirada de los vencedores, como triunfo de la técnica, de un modelo ideológico, de una concepción del mundo. Esa lectura “unívoca” implica olvidar, aniquilar y borrar la memoria de los vencidos. Peligro de destrucción física de una cultura y peligro de su olvido. Un agujero negro que devora la pluralidad. Urgencia en darles voz y pensamiento a esas víctimas de la historia.

“Ahora”: ese instante auténtico que interrumpe el continuum de la historia.
Amalgama entre experiencias surrealistas y mística judía.
Forma heterodoxa de relato de la emancipación. Benjamin “utiliza la nostalgia del pasado como método revolucionario de crítica al presente” (Löwy, p. 14). “Crítica moderna de la Modernidad inspirada en referencias culturales precapitalistas” (y también postcapitalistas).


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